¿Un film no político?
Es aceptable argumentar que alguien quiera contar una historia con diversos enfoques, priorizando detalles secundarios a la acción principal, atando cabos sueltos, imaginando situaciones que puedan o no haber sucedido ante la real falta de información, plantear un tema central a partir de su entorno, pero, si hay algo que en Secuestro y Muerte escasea y es la falta de compromiso con un tema tan delicado y controversial. De dudosa intención, confunde la idea de querer realizar un film sobre el secuestro y muerte de Aramburu (Enrique Piñeyro) mientras su nombre no es mencionado, ni siquiera el de sus secuestradores o del movimiento guerrillero involucrado. El film admite como veraz los dos acontecimientos que bien conocidos son, el secuestro y el eventual asesinato, tal como el título del film infiere. Comienzo y fin.
El film inicia con el secuestro del general, gobernante de facto de la dictadura militar que tuvo lugar en nuestro país tras el derrocamiento al general Perón, y su traslado a una casa quinta a cargo de cuatro integrantes del movimiento guerrillero Montoneros, quienes encapsulan al film entre las conversaciones imaginarias mantenidas durante la estadía e interrogatorio a modo de “juicio popular” como sería definido por la entidad, confirmando acusaciones puntuales que, una vez brindadas culminarían con el castigo propuesto.
Filippelli intenta mostrar un pantallazo de las tensiones del panorama político de la Republica Argentina en la decada del 70, sin entrar en debates de ideologías, sino en simples diálogos mantenidos entre los captores durante su estadía en el lugar, cual si fuera una reunión de amigos, conversaciones supérfluas, no hay debate político, ninguno quiere explayar su posición, esa tarea queda abastecida por el escaso y seco interrogatorio.
¿Cómo plantear un film no político sobre un tema indefectiblemente político?