Un melodrama que hay que evitar a toda costa
Este sí es un melodramon a evitar a toda costa. Basada en una novela de Gayle Forman, una chica en estado de coma luego de un accidente queda en una especie de limbo en el que inspecciona los detalles de su vida mientras decide si quiere seguir en la tierra o dejarse llevar por la famosa luz brillante que conduce al Más Allá.
La chica en cuestión es Chloe Grace Moretz (la heroína de las dos "Kick Ass", donde se lucía mucho mejor que aquí) y el problema es que los detalles de su vida son una pesadilla para el espectador. Ella toca el cello desde pequeña, a pesar de que sus padres, y también su novio, son rockeros, lo que lleva a una serie de situaciones dramáticas totalmente insípidas donde sólo falta la frase "somos de mundos diferentes", aunque en la patética narración en off a cargo de la propia protagonista comatosa abundan hasta el hartazgo frases de seudo sabiduría capaces de sonrojar al mismísimo José Narosky.
Pero más allá del insulso drama y el edulcorado romance, lo peor de "Si me quedo" es la falta de cohesión entre el racconto y el recurso de tener durante casi toda la película una especie de fantasmita de la protagonista deambulando por todos lados, pero especialmente por los pasillos del sanatorio donde está internada. Es que se supone que los espectros y otras apariciones surgen de la muerte de una persona y no de un estado de coma, y el argumento no se hace cargo de buscar una coherencia que vuelva digerible esta situación sobrenatural (por ejemplo, sería posible pensar que en el mismo sanatorio debe haber más personas en estado de coma, por lo que podría haber más fantasmitas que compartan sus experiencias con la pobre chica, cuyas desgracias aumentan a cada minuto de metraje).
Lamentablemente, la película también recurre a todos los lugares comunes de la música clásica en el cine, y aporta un puñado de horribles canciones de pop/rock. Además, el director hasta se las arregló para que el venerable Stacy Keach actúe mal.