7 perros
Siempre es interesante ver producciones que se hacen en las provincias argentinas.
Uno siempre espera de ellas encontrar algo de lo que es en sí misma esa provincia. Como cuando en un film de algún lugar lejano, entre lo extraño y lo diferente, se puede intuir algo del orden de lo mismo.
Sin embargo cuando sólo se observa algo parecido a todo, se debería sospechar del engaño o autoengaño. Como las antiguas producciones de Hollywood: donde los afro descendientes eran actores blancos pintados con betún o como también lo ojos rasgados lo son a base de estar maquillados. Como el idioma: todos hablan el inglés. No se sabe cómo ni por qué, es más fácil no molestarse con eso, el inglés es relativamente fácil de aprender.
Quizás algún día, un anciano camine por la costanera del Río de la Plata, como ahora lo hace un anciano en Jerusalem y se pregunte extrañado, ya no por el Idish sino por el Castellano.
En esa pérdida de singularidad se encuentra 7 perros, produccion cordobesa que podría suceder en Nueva York o en CABA, da lo mismo, la resolución de un conflicto pareciera que es igual en todas partes, y que la humanidad se dirige a un mundo de mismidad por temor de quedarse afuera de algo que por sí mismo lo excluye.
En este film, el afán ideológico se devora la película. Aunque el director Rodrigo Guerrero (El invierno de los raros (2011) El tercero (2014) y Venezia (2019) diga lo contrario, es una historia que sólo se sostiene en querer mostrar un final, un padre brindando con su hija por internet, porque claramente “en Argenzuela” no se puede vivir, o se vive muy mal, tan mal que la única compañía posible son los 7 perros que finalmente (juicio mediante) el hombre entiende que debe regalar par poder vivir “dignamente”.
En esta síntesis, se entiende claramente el planteo del film: la ley o sea los que manejan la ley (o el poder legislativo) es la que finalmente determina cómo se debe convivir, (¿se escucha Lawfare en algún lado?). Y finalmente bajo el peso de la ley, todos podemos convivir solidariamente y con amor, tanto la pareja gay, el marido abusivo y golpeador, la divorciada “apetecible” menos la intelectual, representada por una mujer de rasgos y atuendos ciertamente musulmanes o del Norte de Africa. ¿A quién se refiere? Sabemos que muchos intelectuales franceses son en realidad sirio-libaneses o marroquíes o argelinos.
Vamos por partes, un marido que golpea a su mujer no es denunciado y es aceptado porque finalmente un perro le es regalado; no es tan importante estudiar, porque finalmente aunque estudies en argenzuela te puede ir mal, todo se arregla con solidaridad y con empatía (canción final) lo que no se arregla es la relación con la pianista.
La historia recorre un arco que es fácilmente transponible a una visión particular de la Argentina: hubo un lejano tiempo en el que unos imponen sus deseos sobre los otros, la comunidad del edificio debía vivir con el desastre de 7 perros enajenados en un departamento de planta baja, mientras que la salud del dueño (país) lo permitió (gracias a la magia del cine, el olor no tiene más olor que el de la sala, ahora a las flatulencias producidas por las papas fritas con queso) se podía contener el caos (la voluntad o la demagogia populista), resistir los embates de la ley, pero su salud en crisis, (la salud del país) lo lleva a un escenario de materia fecal y obscenidad) que lo hace comprender que debe regalar sin más a los perros y entender por qué si hija está en el extranjero, el país es fácilmente deducible por las horas de diferencia.
Bueno si esto no es ideología, ¿la ideología donde está?; la canción final, donde nos dice que sólo con solidaridad y afecto se sale de ésta, como si todo lo otro no importase, es una falacia que no hay que explicar, y el que cree en eso, bueno, no se qué palabras habría que poner aquí para no molestar las nuevas percepciones, que de nuevas no se dan cuenta lo funcional que son las viejas, muy viejas políticas, que ahora se renuevan gracias a los estudios de sociología, de psicología, de teoría del discurso. Como si la usina intelectual de la izquierda, no hubiese servido para mejorar el mundo sino para mejorar la maquinaria del poder vigente, adaptarlo mejor a sus necesidades y ahora. que es global, aceptarlo bajo una suerte de Imperativo categórico.
En lugar de vender el departamento e irse a un lugar donde pueda ir a vivir con los 7 perros, promete emigrar enajenando (vendiendo la propiedad) y regalando los perros; la familia es lo más importante, la seguridad de la casa es trivial finalmente, siempre se puede alquilar. Empiezan a sonar las publicidades.
7 perros es un film que parece desordenado y sin objeto alguno, se presenta engañosamente, como los avatares de una persona que se ve sometida por la ley. Cuando en realidad cuenta cómo un consorcio estaba sometido a la voluntad de una persona que no podía ver su incapacidad de mantener las cosas en su sano juicio, creyéndose omnipotente. Pero cuando una incapacidad renal lo lleva a un estado de crisis, entiende lo que de otra manera no podía.
Sorprendente elegir una enfermedad que requiere el trasplante de riñones o estar sujeto a una máquina de diálisis, proceso donde es común que los pacientes se abandonen a su suerte por el agotamiento de esperar un trasplante y, cuando trasplantados, están entregados al infame sistema impuesto por los laboratorios.
Pero hay que aceptar todo con humor y resignar nuestro deseo frente a la posibilidad de convivencia, porque corremos el riesgo de terminar entre heces propios y ajenos. El país necesita un trasplante clama el film, someternos a laboratorios y majors porque es la manera en la que va ingresar plata al país. Si no, nos quedaremos sin comprar nuestros celulares y móviles de última generación.
El film es de la misma índole que Made in Argentina, con su final apologista, si no nos podemos ir a USA, al menos la podemos amar con un sticker en el coche.
Nuestro film con su final, introduce otra cosa, la impostada alegría necesaria de las fiestas, la alegría porque uno tiene que estar alegre, porque no se reconoce en el protagonista, le tiene lástima. La misma infame negación de quien en el aeropuerto muestra su pasaporte de la comunidad económica europea, ocultando su pasaporte argentino, escena que se puede ver una y otra vez, año tras año. Hay algo de revulsivo en todo el film, al ocultar una historia dentro de la otra, una historia costumbrista que podría ser un cuento de Alvaro Yunque, pero que finalmente es una aceptación incondicional del estado actual de las cosas.
Si las historias pasadas tenían un héroe que se revelaba contra el destino ciego, si el primer proletariado luchaba por no trabajar bajo un sistema esclavizante, hoy en día los héroes de estas historias, piden por favor no ser excluidos del sistema, la historia es sobre cómo adaptarse, como lograr ser uno más, como me dijo algún “niñe”: la culpa de absolutamente todo, la tiene el deseo, como si parafraseando el film Mujer maravilla 1984; hoy no hay que tener deseo y en eso también se va el saber, el arte y también el amor.
Estrena el 22 de setiembre