Caminos cruzados y un falso culpable
"Las cosas se están complicando y la policía sigue investigando". Más allá de algunas situaciones forzadas y otras que provienen del azar, la película de Miguel Cohan cruza los caminos de seres que de buenas a primeras se encuentran al borde del colapso.
En Sin Retorno, un accidente automovilístico une los caminos de tres personajes que en otras circunstancias no se hubiesen conocido. Matías (Martín Slipak en un atendible protagónico) es un joven de familia acomodada que regresa de una fiesta con el auto de su madre cuando tiene un accidente que termina con la vida de un ciclista. Por otro lado, Federico (Leonardo Sbaraglia), un ventrílocuo que vuelve a su casa luego de su rutina humorística en un local nocturno y tiene un encuentro previo con el ciclista. Y luego entra en acción Víctor Marchetti (Federico Lupopi,), el padre de la víctima que pide justicia y desea ver al responsable de la muerte de su hijo tras las rejas.
El film apuesta al suspenso y teje una trama que navega entre la culpa, el ocultamiento de pruebas y el tema del falso culpable. En ese sentido, el personaje animado por Sbaraglia parece salido de un film de Hitchcock: un hombre de familia cuyo universo se ve alterado al convertirse en el "chivo" expiatorio del caso.
La película conduce bien la intriga, aprieta correctamente el acelerador del suspenso y lleva al espectador a una zona gris en la que se mezclan la impotencia, el dolor y los manejos económicos de los poderosos.
Luis Machín y Ana Celentano encarnan a los padres acomodados de Matías que intentan salvarlo como sea de un caso que podría llevarlo a la cárcel, que ha tomado estado público y que lo acorrala minuto a minuto.