Un más que meritorio debut del director Miguel Cohan, también responsable del guión junto a su hermana para una película que además de contar con un elenco notable, grandes secundarios y un Leonardo Sbaraglia y la promesa del joven Martín Slipak que se sacan chispas, aborda -como pocas veces se ha visto en el cine argentino- los dilemas morales ante las situaciones límites haciendo eje en las responsabilidades individuales sin cargar las tintas sobre el sistema; y por sobre toda las cosas sin caer en discursos facilistas y demagógicos sobre la justicia o la culpa.