La ópera prima de la realizadora se centra en el caso de Soledad Rosas, la joven argentina convertida en mito anarquista en Italia en el que también se basó la novela de Martín Caparrós, “Amor y anarquía”. Una película muy sólida y efectiva con una gran actuación de Vera Spinetta en el rol protagónico.
No debe haber en la historia del cine películas dirigidas por un hijo (en este caso, hija) de un presidente en ejercicio. Eso, que quizás tiña para muchos la lectura del filme, haciéndolos lidiar tanto con prejuicios (a favor o en contra) como con curiosas interpretaciones psicologistas debería ser dejado de lado en el caso de SOLEDAD. La opera prima de Agustina Macri –que estudió cine y es una profesional activa en el rubro audiovisual– es un sólido y más que aceptable debut cinematográfico, una lectura del caso que impactó a Italia y a la Argentina en los años ’90 y que luego fue transformado en novela por Martín Caparrós en AMOR Y ANARQUIA. En un tipo de historia que se presta fácilmente para ser mal entendido y burdamente explotado, Macri encuentra no solo un personaje vivo y creíble sino hasta un tono que se acerca más a la tragedia que al efectismo, a la melancolía que al sentimentalismo.
La película toma el caso de María Soledad Rosas, una chica argentina de veintipico que se fue de viaje a Italia acompañada por una amiga de la familia, en plan turístico. Estando en Turín se hace amiga de un grupo de anarquistas/squatters, se enamora de uno de sus líderes, Edo (Giulio Maria Corso), y se va de a poco consustanciando con la problemática de este grupo, sus enfrentamientos con la policía y su defensa de la ocupación de viviendas y espacios abandonados o no utilizados. En un momento la amiga decide no acompañarla y se va, pero Soledad se va metiendo más y más en el asunto. Y se convierte en una militante más.
En una película hablada en mayor parte en italiano, Vera Spinetta logra crear un personaje más que creíble: reconocible en sus deseos de experimentar mundos y cosas nuevas y, a la vez, en su romance tanto con Edo como con la aventura y el riesgo que su forma de vida le propone. Cuando la relación entre los anarquistas y el poder se vuelva más densa y peligrosa la película entrará en una zona más densa y trágica, pero más melancólica y dolorosa que ese tono a lo TANGO FEROZ que este tipo de películas sobre jóvenes rebeldes enfrentados a la ley solían tener en Argentina. Más que por la épica, Macri apunta por el lado de la identificación, de hacer que la “soledad” del título en un momento sea más un concepto que un nombre.
De hecho, de la manera en la que Macri filma a Spinetta parecen haber por momentos más reminiscencias o ideas tomadas de la Juana de Arco de Dreyer, digamos, que de una película a lo Gabriele Muccino, quien antes de pasar a hacer películas bastante impresentables en Hollywood solía hacer dramas politizados sobre jóvenes con conflictos familiares y románticos en Italia con ciertas similitudes a éste. SOLEDAD apuesta por otra cosa. No juzga ni tampoco analiza demasiado lo que lleva a la chica a meterse en esto (justificar que todo lo hace “por amor” bordea el cliché), pero logra que el espectador crea en este personaje y en esta rara y trágica aventura en la que se metió. Y para eso, además de una realización de una llamativa solidez en todos sus rubros, ayuda mucho la actuación de Vera Spinetta que se mete en el cuerpo y se transforma en una Soledad que es más persona que mito.