Pasión anárquica
Soledad (2018), el primer largometraje de ficción de Agustina Macri, directora que ya había realizado dos documentales, SodaCirque (2017) y Carnacalipsis (2016), es la adaptación cinematográfica de la biografía de Soledad Rosas, una joven argentina que, tras ser arrestada en Italia a fines de la década del noventa bajo la infundada acusación de ecoterrorismo, es encontrada muerta en la habitación de la casa donde se encontraba detenida.
Vera Spinetta interpreta aquí a una joven de una familia de clase media que en un viaje por Italia se involucra con un grupo anarquista de Turín. Conviviendo con los jóvenes ácratas en casas abandonadas que ocupan ilegalmente se enamora de Edo, el más radical del grupo, que la introduce en la ideología libertaria contra el sistema capitalista y la burocracia estatal.
Coescrita entre Paolo Logli y Agustina Macri, la película es la adaptación de la historia novelada de la protagonista escrita por el periodista argentino Martín Caparrós y publicada en el 2003. A diferencia de la obra de Caparrós, el film de Macri falla en la construcción del contexto que rodea la muerte de Soledad y en la caracterización del movimiento okupa anarquista italiano. La obra tampoco consigue retratar demasiado al personaje de Soledad, enmarañándose en un caos que solo logra resolver en parte y resumidamente a través del relato de la hermana y escenas que no cuadran con la narración.
Con reminiscencias lejanas en algunas escenas a Los Cien Pasos (I Cento Passi, 2000), el extraordinario film de Marco Tullio Giordana sobre la vida de Peppino Impastato, a Sacco & Vanzetti (1971), la maravillosa y emotiva recreación del juicio y la ejecución a los famosos anarquistas norteamericanos, de Giuliano Montaldo, y Der Baader Meinhof Komplex (2008), de Uli Edel, el opus sobre la historia de la RAF (Red Army Faction), Soledad intenta emular sin éxito la reconstrucción de un hecho que fue un suceso mediático y político muy importante en Italia por la utilización de la policía y la justicia para la persecución ilegal sin ninguna prueba de un grupo político que decantó en dos muertes dudosas.
Si el libro de Caparrós lograba narrar una historia que remitía a la tradición antifascista y libertaria italiana con mucha información y una impronta poética y narrativa propias de su estilo periodístico, remitiéndose al nombre de la película titulada en Argentina Amor y Anarquía (Film d’amore e d’anarchia, ovvero: stamattina alle 10, in via dei Fiori, nella nota casa di tolleranza…, 1973), de la directora Lina Wertmüller, Soledad se centra más en el personaje indescifrable de la protagonista, interpretado de forma parsimoniosa por Vera Spinetta. Desgraciadamente Macri pierde la oportunidad de recrear un momento fundacional de la consolidación de la lucha contra el neoliberalismo a través de los grupos antisistema, sin tampoco encontrar las motivaciones de la joven ni las condiciones sociales que la llevaron a abandonar su viaje por Europa para unirse al grupo libertario. El revuelo causado por el caso a nivel local también está completamente ausente, no registrándose ninguna de las manifestaciones políticas al respecto. Tampoco hay una descripción de la falta de oportunidades laborales para los jóvenes argentinos bajo las políticas neoliberales que llevaron a la joven a tomar las decisiones que eligió ni ninguna mención a discusiones políticas, más allá de una retórica juvenil de dudoso carácter rebelde. Soledad no consigue así adaptar el espíritu del libro de Caparrós ni tampoco crear un film coherente, ofreciendo tan solo una especie de resumen caótico de la obra del escritor y de la experiencia desoladora y trágica de Soledad.