Soledad

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Narrativa en forma de vaivén para columpiar la corta historia de María Soledad Rosas, una joven de clase media que abrazó muy rápidamente los postulados de un movimiento de squaters italianos, autodefinidos como anarquistas en los convulsionados 90 europeos. Vaivén que también se contagia en los estados emocionales de Sole y su nuevo grupo de amigos. El amor como motor de acción más que de las palabras de discursos, mezclados de ideas revolucionarias sin revolución, palabras contradictorias que chocan siempre con una realidad asfixiante, en un relato que hace del instante, de lo fugaz, de lo intenso su arma más noble y la carta de presentación de la directora -debutante en el largometraje- Agustina Macri.

La otra carta escondida en esta ópera prima no idealista sino sobre los ideales y la manera de comprenderlos no desde la razón sino desde el cuerpo y las vísceras es sin lugar a dudas Vera Spinetta. Si se permite un juego de palabras lo de Vera es veraz y lo veraz se verá en su verdad. En su entrega con convicción para vestir la piel de una joven rebelde y confundida, con miedo de ser libre aunque demuestre una personalidad avasallante tanto en pantalla como en momentos cruciales en la trama, que conectan con los hitos dramáticos de un viaje iniciático y trunco.

La ética de la realizadora estaba en juego sin buscar segundas o terceras lecturas antojadizas por portación de apellido y la mejor forma de responder si es que hay que hacerlo es desde el cine y desde la distancia o no con lo que se muestra y oculta. En ese sentido, la fluidez narrativa de Soledad, el inteligente uso del fuera de campo, la cámara en mano y la amalgama audiovisual detrás de la protagonista resulta más que contundente para saber que detrás de la película hay una directora de cine antes que una hija de…

Hija de… también le cabe a Vera Spinetta, quien en ningún momento de su gran performance y despliegue emocional ante cámara apela al indicio o se escucha en la banda sonora -compuesta por algunos hitazos del rock nacional- un tema del entrañable Flaco.

¿Se puede abrazar una causa por más descabellada que resulte, sin amor? La respuesta flota entre cenizas pero lo que no se puede dejar de lado es que un gran amor por una causa conduce inequívocamente a una lucha en soledad.