Tim Burton, perdido en su laberinto neogótico
Tim Burton, con toda la razón del mundo, será recordado por un puñado de filmes excelentes en los que ha plasmado su estilo gótico, mórbido y por qué no ultra romántico. Su vívida imaginación, que se retroalimenta de sus recuerdos e influencias de la infancia a los que cita y rinde homenaje constantemente en su obra, despierta la admiración de sus no pocos seguidores pero apenas si causa algún tibio impacto en sus tampoco escasos detractores. Lo cierto es que en estos últimos tiempos el ya maduro Tim ha dado algunas señales de agotamiento tanto en la temática como en sus recursos estilísticos para desarrollarla. Los sietes títulos que ha rodado en la última década han ido decreciendo en calidad hasta llegar a Sombras tenebrosas, quizás la película más desconcertante de su carrera profesional.
La serie Dark Shadows (1966-1971) fue la creación más importante del ya desaparecido escritor, productor y director Dan Curtis (Burton y Depp le dedican su flamante opus). Curtis fue un especialista del género de terror que contó con muy pocas posibilidades de ejercer su oficio fuera del ámbito televisivo. Sin embargo, sus tres incursiones en el largometraje allá por la década del setenta -House of Dark Shadows (con los personajes de Barnabas Collins y varios más de la serie), Night of Dark Shadows y Burnt Offerings- se convirtieron sin mucho esfuerzo en objeto de culto. Curtis no poseía la exhuberancia visual de Burton pero sí que sabía generar climas de suspenso, crear personajes memorables y marcar a sus actores como Dios manda. En lo suyo el hombre era un maestro.
Por lo que se dice el verdadero impulsor de adaptar y aggiornar Dark Shadows para la pantalla grande ha sido Johnny Depp. No es casual que el actor aparezca en los créditos como productor. Al parecer Depp era un gran seguidor del show cuando niño y convenció a su amigo Burton de que se sume al proyecto. Después de todo ciertas características del programa se le ajustaban como anillo al dedo al viejo Tim. Y sin embargo, aún con tantos talentos confluyendo, Sombras tenebrosas es un producto dispar e ineficaz; ocurrente en sus mejores momentos, que son los menos, y demasiado desconcertante en los demás. La relectura de Burton presenta puntos en común con Beetljuice, el súper Fantasma pero se adivina detrás de su mano una indecisión fatal sobre cuál es el tono más apropiado para la historia guionada por el aún inexperto Seth Grahame-Smith. Las películas de Tim siempre conservan una cuota de extrañeza que sorprenden al espectador. La extrañeza que propone Sombras tenebrosas no es apta para ser compartida porque, en mi opinión, surge de una falla en el tratamiento de la línea argumental.
Son muchos los problemas a considerar. Uno de los tantos es el escaso interés que provocan los personajes. Con buena voluntad se puede rescatar a Barnabas (un carismático Depp) y a Angelique (una sólida Eva Green) pero a los otros les falta densidad como para que nos preocupemos por ellos. No voy a descubrir nada si afirmo que son en su mayoría buenos intérpretes (y es un placer ver una vez más a la eternamente bella Michelle Pfeiffer) pero el libreto los ha abandonado a su suerte y hacen lo que pueden. Jonny Lee Miller debe ser el más perjudicado en ese sentido…
En el siglo XVIII por un desplante amoroso la bruja Angelique lanza una maldición sobre su amado Barnabas, a quien convierte en vampiro no sin antes asesinar al amor de su vida, la bonita Josette. Encadenado por su Némesis, Collins pasa los siguientes siglos enterrado y fuera de circulación hasta que es liberado accidentalmente. Tras despacharse a varios obreros en un santiamén –lo cual es entendible, el pobre tipo no se alimentaba más o menos desde 1790-, Barnabas descubre que despertó en 1970 y que su mundo ya no existe. Los gags y humoradas que Johnny Depp despliega en este comienzo un tanto titubeante ya empiezan a hacer ruido y son el anticipo de lo que vendrá. El vampiro busca su mansión paterna y allí encuentra a sus descendientes (otra familia “muy normal”) preocupados por encontrarse en bancarrota como consecuencia de las malas artes de Angelique que no perdona pese al enorme tiempo transcurrido. Un ama de llaves idéntica a Josette volverá a torcer el destino de estos personajes, irremediablemente oscuros y apasionados…
Como en toda obra de Tim Burton los rubros técnicos exceden la mera competencia: la fotografía del francés Bruno Delbonnel, la dirección de arte de Rick Heinrichs y el vestuario de Colleen Atwood merecen el más encendido de los elogios. Por su parte, el fenomenal compositor Danny Elfman (¿para cuándo un Oscar?) entrega una de sus mejores partituras tras una seguidilla de trabajos apenas pasables. La banda de sonido también es apabullante con canciones muy conocidas de la época y una divertida participación de Vincent Furnier (más reconocido por su alter ego, Alice Cooper; “la mujer más fea que jamás he visto”, de acuerdo a Barnabas) con su banda de rock.
Mezclando fantasmas, vampiros y hasta hombres lobo, la errática Sombras tenebrosas se abusa de los componentes fantásticos y aunque se le rescatan pequeñas cositas en su conjunto no estimula ni convence…