Familia muy normal
Una serie televisiva de los ’60 es la excusa que tomó el genial Tim Burton para volver a regalarnos su muestrario de freaks y ambientes siniestros, con la maestría visual que lo caracteriza. Pese a tener algunos puntos débiles en el guión, Sombras Tenebrosas (Dark Shadows, 2012) termina siendo un film disfrutable.
Ya sea el joven manos de tijeras, el atormentado Batman que recreó en dos películas, o el siniestro Sweeney Todd que andaba por la vida degollando gente, las criaturas de Burton pueden ser oscuras pero esconden su lado “querible” o, por lo menos, una parte que los humaniza y por momentos enternece. Barnabas Collins (Johnny Depp, en su ¡octava! participación en un film del realizador) no es la excepción. Inglés de nacimiento, tras arribar en 1752 al “Nuevo Mundo” (la ciudad norteamericana de Maine, en este caso, célebre por ser el lugar en donde transcurren varias novelas de Stephen King) junto a sus padres, sufrirá una maldición a cargo de Angelique Brouchard, la malévola sirvienta a la que rechazó sentimentalmente. Luego de matar a sus progenitores, encantó a su prometida para que se arrojara desde un acantilado ante los propios ojos del joven, quien se completó el cuadro trágico arrojándose sobre ella. La muchacha murió en el acto, pero él fue transformado en un vampiro, por obra y (des)gracia de Angelique. Finalmente el pueblo enardecido, incentivado por la bruja (en un cuadro que nos recuerda a Frankenstein, de Mary Shelley) lo enterró para que pase una triste eternidad.
Su retorno al mundo social es en la década del ’70 del siglo XX, cuando una obra en construcción produce la apertura de su féretro, con final previsiblemente triste para los trabajadores. Casi simultáneamente llega Victoria Winters (Bella Heathcote), una joven con pasado igualmente ominoso (“entre freaks nos entendemos”, podría ser el axioma burtoniano), motivo de una secuencia de títulos con la deliciosa Nights in white satin, de The moody blues. Como abstraída de la humanidad circundante, con una tez tan pálida como la de Barnabas, desde su propio cuerpo pre-anuncia la afinidad que los terminará uniendo, en una vuelta al “eterno retorno” del que alguna vez escribió Friedrich Nietzche.
Victoria viaja para ser la institutriz de David, un niño de la familia Collins, o lo que queda de ella… El pequeño acaba de perder a su madre en un hecho confuso, lo cuidan su tía Matriarch Elizabeth Collins Stoddard (Michelle Pfeiffer); Roger, el padre poco congratulado con su angustia (Jonny Lee Miller); su prima en plena adolescencia (Chloe Moretz), una psiquiatra alcohólica (Helena Bonham Carter), y dos sirvientes. Ricos venidos a menos, subsisten penosamente en la gigante pero corroída mansión familiar, otrora el reflejo de una poderosa empresa portuaria que ahora no es ni sombra de lo que era. Y en mucho de ello tiene que ver Angelique, quien no tardará en revivir viejas pasiones cuando sepa del regreso del vampiro. Que, por supuesto, marchará directo a su residencia, en donde primero será mirado como un loco, pero poco a poco resultará esencial para el progreso de los Collins.
Sombras Tenebrosas tiene una excelente banda sonora y un humor bien dosificado, construido en buena medida sobre dos tiempos anacrónicos: el de Barnabas, que contrapone los tiempos coloniales con los ’70 (hay una escena graciosísima, cuando descubre un cartel gigante de McDonnal´s), y el del espectador, que se zambulle en el espíritu retro tamizado por la mirada de Burton. A tal punto, que la película se asemeja bastante a un ejercicio de estilo, en donde éste se impone de manera demasiado drástica al relato. En ese sentido, el guión es el punto más débil. En primer lugar, porque hay demasiados personajes, y en segundo porque hay varias arbitrariedades. En determinado momento se hace muy evidente que hay que “cerrar” las sub-tramas y hay decisiones bastante arbitrarias para conseguirlo. Esto le quita fuerza al conflicto principal, que radica en las fuerzas oscuras propiciadas por Angelique (una sensual y deliciosamente malévola composición de Eva Green), que obturan la posibilidad de que el vampiro se reconcilie con la existencia (para no decir la vida).
En otro nivel de lectura hay, solapadamente, una crítica al materialismo norteamericano y al idealismo setentoso, que en ningún caso congenian con asuntos más románticos como, por ejemplo, el desmesurado amor del vampiro. Barnabas asesinará para sobrevivir a proletarios, hippies e incluso burgueses.
Sombras Tenebrosas no es la mejor película de Burton. Pero no deja de ser un buen entretenimiento que ostenta más ideas que el promedio de las películas de Hollywood. Y, en definitiva, es una buena oportunidad para encontrar a un realizador divirtiéndose con sus muñecos darks, cual niño en su juguetería preferida.