Dark Shadows es el último producto llegado a las carteleras de cine de la mano de la conocida (y exitosa) dupla Depp-Burton. Y lo de exitosa, me refiero sobre todo al ámbito económico, no necesariamente al crítico. Dirigida por el esposo de Helena Bonham Carter, otra infaltable en sus cintas, Dark Shadows nos regresa al genial director responsable de piezas de culto como Batman (1989), El Jóven Manos de Tijera o la mítica Beetlejuice. Lo que tienen en común todas estas cintas es a Burton, sí, pero también su inconfundible estilo. ¿Quién no podría reconocer en otras cintas de más bajo calibre como El Cadáver de la Novia, La Leyenda del Jinete sin Cabeza o Sweeney Todd? Inconfundiblemente, la presencia de Johnny Depp, si, pero principalmente su estilo gótico, visualmente asombroso, detallado, único y estético siempre ha sido el sello característico de este estrambótico director.
¿Qué hace diferente a Sombras Tenebrosas? Nada. Absolutamente nada. Y esa es la principal falla que se nos presenta. Que el señor, a pesar del gran genio que todos sabemos que tiene (aunque algunos digan que nunca lo tuvo y que simplemente se trata de un director muy sobrevalorado por la gente), no sabe presentarnos otra cosa diferente. Y es que aquí ya no estamos hablando de un estilo de películas, de una forma específica y única de dirigir, porque muchos otros directores también tienen ese sello (Tarantino Hitchcock, Nolan, Kubrick), y sin embargo, son capaces, dentro de su espíritu, de innovar y de presentar cosas grandes e inolvidables aún cuando los años pasan (en el caso de los que siguen vivos). Pero Burton ya no. Ya no impresiona, ya no reinventa, ya no sorprende.
Johnny Depp interpreta a Barnabas Collins, heredero del imperio Collins iniciado por su padre, y que, en su búsqueda del amor, se topa con una bruja (Eva Green), quien se obsesiona con él, y al encontrar su rechazo, decide imponerle una maldición: convertirlo en vampiro para hacer eterno su sufrimiento. Años después, Barnabas es rescatado de su prisión y al darse cuenta de que su familia ya no inspira el mismo respeto de antes, decide ayudarla para llevarla de nuevo a lo más alto.
Básicamente es el argumento de la cinta. Pero es muy, muy flojo. Porque a pesar de que promete en un inicio, conforme pasa el tiempo, la cinta se pierde entre el drama, la comedia, lo gótico, el terror... uno termina por perderse entre tantos personajes, que ya no sabe de qué trató la película, quién era el personaje central y qué pasó con cada miembro de la familia. El error fue darle demasiado peso a cada uno y no desarrollarlo, hacerlos a un lado, como si no importaran, para que al final importaran más de lo que deberían. No hay coherencia en la historia, y por si fuera poco, los pocos chistes fueron mal explotados al incluirlos TODOS en los avances. ¿Es que en Hollywood ya no saben hacer avances decentes sin revelar toda la trama o todos los gags?.
Michelle Pfeiffer está desperdiciada. Y Helena Bonham Carter también. Eva Green está plana por momentos y los otros personajes salen sobrando. Sólo Depp quien carga el peso de la película, y Chloe Grace Moretz quien luce los pocos minutos que le dan a su personaje, lucen. Y lucen las locaciones, el diseño de arte, típico estilo gótico del que ya hemos hablado. Y se agradece el cameo de una rock star amigo del director. Pero nada que rescate a ésta película de las garras del aburrimiento. Insípida. Plana.
Señor Burton, ¿hasta cuándo dejará de hacer películas sin sentido y nos regalará otra joya, como las de antes?