Yira, yira
Tras concitar la atención de la crítica con Te creís la más linda (pero eris la más puta), el director chileno Ché Sandoval vuelve con un segundo largo que aborda los valores en jaque, como en su ópera prima. El protagonista es Naza (Sebastián Brahm, también productor del film), un hombre de treinta y pico con un abultado apéndice nasal (de ahí el apodo) y promisoria calvicie, momentáneamente separado de su mujer, Elisa (Catalina Zahri). Elisa está becada en Barcelona (la separación es una elipsis) y chatea con Naza para que le permita viajar al hijo de ambos. En tanto, Naza se queda a vivir en la oficina de su pyme y deambula por las calles de Santiago, rumia sobre lo que escriben en el Facebook de Elisa, busca sexo casual, sexo pago, una discusión, una línea de cocaína. Uno de los ejes es la relación con Camilo, el hijo, que, inconscientemente, Naza cree que Elisa le quiere arrebatar, pero que al mismo tiempo, a sus 13 años, ya tiene vivencias adultas, algunas que su padre ni imagina. Aparte de plantear el resquebrajamiento de la tradición, Soy mucho mejor que vos (la frase que se repite Naza, en su rol dominante herido) despliega una sentida mirada sobre la noche en la capital chilena y sus suburbios, tanto que es casi posible verla a través del deambular del protagonista.