Viaje a la noche eterna
Existen obras cinematográficas que nos invitan a la reflexión sobre nuestra propia realidad desde la empatía con las situaciones que nos presentan. Se ha dicho que se puede identificar la obra de Che Sandoval con la postura narrativa de Richard Linklater y luego de ver Soy Mucho Mejor que Vos se llega a la conclusión que la comparación no puede ser más acertada.
Film presentado en el Bafici del 2013, Soy mucho mejor que voh nos narra una noche en la vida de Cristobal (Sebastian Brahm). Un padre de familia divorciado y desamorado que, por impericia o desidia, termina frustando un viaje familiar al no dar la autorización para que su hijo salga del país. A raíz de lo cual su ex mujer decidirá viajar sola sumergiéndolo en el más absoluto de los desamparos.
Cristobal pasa varias horas de su aburrido día trabajando en una pequeña empresa con mínimas proyecciones y revisando los posteos de la madre de sus hijos en Facebook , odiándola por cada publicacion de sus momentos de felicidad , sintiéndo que cada logro de ella es una afrenta a su óscuro presente.
La noche será testigo y marco ideal para que este hombre busque algo de sexo casual para satisfacer sus deseos carnales pero he aquí el gran inconviente: Cristobal es su peor enemigo, un eterno canto al autoboicot que se repite a cada paso que da.
Todas sus acciones están irremediablemente condenadas al fracaso, pese a esto él continua intentándolo con la irreflexiva tozudez de quien se sabe nacido para el fallido.
Una road movie nocturna y citadima que nos permite conocer la inútil resistencia del protagonista por asumirse como adulto y con ello hacerse cargo de las responsabilidades que trae. Cristobal es solo el instrumento elegido por el director para reflexionar sobre la sociedad moderna, sobre nuestro extremo apego a la virtualidad en las relaciones, a la intolerancia , a la fragilidad en los lazos familiares, a la especulación y al desarraigo emocional.
El relato es construido a través inteligentes diálogos, saturados de la ironía y la mordacidad que traen los años y las desilusiones. Una visión difícil sobre la sociedad actual, casi como la que se produce cuando el sol nos pega en los ojos luego de una muy larga noche.