La ira de Khan
A unos 5 años del lanzamiento de Star Trek: El Futuro Comienza (Star Trek), J.J. Abrams retomo la saga que él mismo revitalizó para seguir con Star Trek: En la Oscuridad (Star Trek Into Darkness) una película que sigue demasiado en la línea de la anterior presentando solo algunas pequeñas diferencias que la convierten en un producto superior en varios sentidos, pero en una propuesta menos "sorpresiva" que su predecesora.
En esta oportunidad Kirk (Chris Pine) y Spock (Zachary Quinto) deberán proteger al universo del poderoso y malvado Khan (Benedict Cumberbatch), un despechado agente superhumano que trabajó en el pasado para la Confederación. Será esta misión la que pondrá a prueba su amistad y su capacidad de mando a bordo de la tripulación de la Enterprise.
J.J. Abrams, que de cine sabe muchísimo, vuelve a abrir una película con una gran secuencia que dará el puntapié inicial al desarrollo de la trama. Ya en Misión: Imposible III, su debut en la dirección, ponía en jaque a Ethan Hunt con la captura de él y Julia. En Súper 8, hasta ahora su mejor película, comenzaba con una autentica y brillante demostración de lenguaje cinematográfico con el accidente fuera de plano de la madre de Joe. Abriendo la primera entrega de esta franquicia desarrollaba una espectacular escena de acción donde el padre de Kirk da la vida por su tripulación y donde de paso dejaba entrever el poderío armamentístico del enemigo. Ahora en Star Trek: En la Oscuridad se dedica a narrar otra larga secuencia de acción que será la encargada de desencadenar el foco de conflicto del film, que vendría a ser la maduración de la amistad/enfrentamiento entre Kirk y Spock. Obvio que la oposición no será interna entre ellos, cómo si lo era en la primera parte más allá de tener a Eric Bana como villano, sino que acá encontraremos al malvado Khan como la máxima amenaza pero para vencerlo el capitán y el primer oficial de la Enterprise deberán más que nunca poner su ingenio y sus opuestas capacidades al servicio de un mismo fin.
Star Trek: En la Oscuridad presenta por momentos algunos focos de conflicto y desarrollos que se asemejan a su predecesora teniendo como ejemplo más resonante la motivación de su villano. Inevitablemente llevado por la antinomia de personalidades de sus figuras volverá a enfrentar las personalidades (de un lado la lógica y del otro la rebeldía y la pasión) de sus personajes principales pero ahora conseguirá elevar ese conflicto lo elevará a otro nivel. Este debate es el verdadero motor de la película. El tiempo pasó y Kirk y Spock son buenos amigos. Ya no hay una búsqueda de "quien la tiene más grande" sino que ahora los conflictos entre ellos son meramente ideológicos, generando un desarrollo mucho más rico e interesante de sus psicologías. Este nuevo horizonte presentado sirve como parámetro para entender que la primera sentó las bases y esta segunda parte se encargó de comenzar a edificar y fortalecer la relación.
Chris Pine retorna para interpretar a Kirk con esa desfachatez con la que brilló en la primera parte y Zachary Quinto vuelve a ser el Spock de la gente. Ese ser cuya mente vive en una continua disputa interno que acá encuentra una faceta irónica muy bien aprovechada para varios one liners cómicos. El crack de Simon Pegg y el todo terreno de Karl Urban son nuevamente los comic reliefs encargados de alivianar la historia, mientras que completando el reparto tenemos al inglés de voz omnipresente Benedict Cumberbatch en el rol del villano principal. Cumberbatch da el salto a las grandes ligas con una brillante performance cargada de intensidad, frialdad, ira e inteligencia. Su villano es totalmente temible y su capacidad de poner en peligro a todo el universo termina siendo terriblemente sentible.
Son la solvencia narrativa y la espectacularidad puesta en favor de la historia aportada por J.J. Abrams, la puja de personalidades encarnada por Chris Pine y Zachary Quinto y la tangible ira de Benedict Cumberbatch lo que hacen de Star Trek: En la Oscuridad una secuela a la altura de su anterior exponente.