Stella

Crítica de María Eugenia D'Alessio - A Sala Llena

La difícil transición de la infancia a la adolescencia se hace aún más compleja para Stella (en una interpretación impecable de Léora Barbara), quien vive junto a sus padres en la misma casa que oficia de bar y hotelucho en donde pernoctan ebrios, hombres desocupados y otros que viven de la ayuda social del estado. En ese ambiente a veces hostil y casi siempre incomprensivo, la niña debe rebuscárselas para salir adelante y abrirse camino sola.

El film está basado en la propia experiencia de su directora, Sylvie Verheyde, quien relata de un modo profundo y crudo la búsqueda en soledad de una adolescente que sufre la discriminación de sus pares por su baja condición social. La niña deberá arreglárselas para ser aceptada, para aprobar las materias del colegio de ricos en un ambiente al que no pertenece, y para superar las angustias que causan el crecimiento emocional, los desafíos, y hasta el primer amor.

A través de un relato rico, los personajes que componen Stella –entre los que se destacan el fallecido Guillaume Depardieu y Melissa Rodrigues, esta última en el papel de la amiga argentina de la protagonista- son un claro ejemplo del mundo al que deberá enfrentar Stella: las diferentes personalidades, los intereses, la honestidad y deshonestidad, y hasta los más bajos deseos. Las valiosas actuaciones construyen un mundo complicado que, aunque por momentos pareciera no permitir una salida favorable a la protagonista, muestra que el esfuerzo tiene sus frutos. En este caso, la oportunidad es única y Stella sabrá aprovecharla. El ritmo, a su vez pausado pero en su justa medida, marca in crescendo cada vivencia de la niña y su lenta pero segura maduración. Los planos son precisos; la directora hace un correcto uso de un lenguaje que le permite realzar detalles y construir significados, llevando a los espectadores a ver más allá de lo que muestran las escenas. Asimismo, Verheyde deja libertad para la propia interpretación.

Stella es realista, crudo, penetrante; es una realidad que moviliza a la vez que plantea la necesidad de analizar a fondo el papel de la escuela y del hogar como células fundamentales que deben trabajar de manera indisociada en la educación íntegra de los jóvenes y en su contención.