Pasaron 20 años desde que Danny Boyle sorprendió con la contundencia de una film que se transformo en uno de culto. El riesgo de volver sobre esos personaje fue muy grande, con los mismos actores – Ewan McGregor, Ewen Brenimer, Jonny Lee Miller y Robert Carlyle la película no defrauda y sale airosa. De la ferocidad juvenil, de escenas terribles como la muerte de un bebe, de lugares inmundos y de una compaginación ágil y frenética al mismo tiempo, quedó un espacio para la melancolía y la crisis de mediana edad de hombres que quedaron pegados a un pasado con traiciones sin resolver. Y con una misma visión negra sobre su futuro, y que apuestan a negocios absurdos que inevitablemente saldrán mal. Aun siendo una película menor con respecto a la primera, tiene garra y un mismo pesimismo que lo impregna todo. Pero entretiene legítimamente. Los actores todos muy bien, encarnan a sus criaturas envejecidas con la decadencia a cuestas. El mejor es el Carlyle cuyo personaje estuvo preso todo ese tiempo y emerge como un como un lobo enfurecido, cada vez más cruel. Entre resabios de amistad compartida, culpas sin redimir, un poco de humor negro, más un ritmo que no se perdió, Daniel Boyle cumple.