Trainspotting fue la más grande campaña anti drogas realizada en un medio audiovisual hasta 1996 y no en vano se convirtió en uno de los grandes fenómenos culturales de esa década.
A través de una experiencia visual fascinante y un argumento entretenido, el director Danny Boyle retrató de un modo brutal y crudo el horror que generaba la adicción a la heroína.
Después de ver la infame escena del baño por primera vez la película te hacía tomar conciencia de la insanidad mental que genera el consumo de drogas.
Trainspotting tuvo la inteligencia de trabajar este tema sin juzgar las acciones de los personajes ni la prédica de mensajes moralistas trillados y eso derivó en la malinterpretación de la obra de Boyle.
El director fue acusado de glorificar el consumo de drogas cuando el mensaje de la historia era completamente opuesto. Salvo por esos pocos detractores que vieron otra película, para la gran mayoría de la gente resultó una de las producciones más importantes de los años ´90.
Si bien la historia no necesitaba una continuación, el modo en que terminaba el conflicto abría a la puerta una idea interesante.
No somos pocos quienes en más de un ocasión, luego de disfrutar Trainspotting otra vez, nos preguntamos qué habrá sido de la vida de Mark Renton (Ewan McGregor) y sus desquiciados "amigos" con el paso del tiempo.
El nuevo trabajo de Boyle responde esta incógnita con una película que tiene un tono muy diferente a lo que fue la obra original.
En esta oportunidad no hay grandes secuencias surrealistas y el consumo de drogas quedó relegado a un plano muy secundario (por momentos casi irrelevante) para darle mayor prioridad al desarrollo de los personajes y las situaciones que enfrentan en sus vidas.
Trainspotting 2 explora las consecuencias que generaron en los protagonistas los excesos que tuvieron en su juventud y los conflictos personales no resueltos entre ellos.
La figura más favorecida con este enfoque del film fue Spud (Ewen Bremmer), el único personaje querible al que se le podría comprar un auto usado, quien juega un papel importante en la nueva historia.
En este relato tenemos la posibilidad de ver a Spud desde un ángulo diferente, donde demuestra que es mucho más que un drogadicto perdido.
La madurez de los personajes y los numerosos golpes que les dio la vida a cada uno de ellos también contribuyen sostener el cambio de tono que le dio el director a la historia.
Trainspotting 2 no brinda la experiencia frenética que vimos 20 años atrás por la sencilla razón que los personajes tampoco son los mismos y se encuentran en otra etapa de sus vidas.
De todos modos, la tremenda química de los protagonistas, sumado a la maestría de Boyle para atrapar al espectador con su relato genera que la nueva película sea una digna continuación de la obra original.
En materia de humor hay algunas escenas fantásticas y el modo que se adapta el lema de Renton, "Elige la vida", en la sociedad actual de la redes sociales es brillante.
Danny Boyle no defrauda en absoluto con este trabajo y salió muy bien parado del enorme desafío que representaba crear una buena secuela de Trainspotting