Danny Boyle nos trae, dos décadas más tarde, la secuela a su película de culto Trainspotting. Los mismos actores protagonistas vuelven a encontrarse 20 años después, retomando sus roles, ya como hombres de mediana edad. Mark Renton, personificado por Ewan McGregor, regresa a Edimburgo desde Amsterdam, donde vivía con su esposa, con la intención de reencontrarse con Spud (Ewen Bremmer) y con Simon (Johnny Lee Miller), mientras que Franco Begbie (Robert Carlyle) cumple su condena a 25 años en prisión, a la cuál le acaban de denegar el beneficio de la libertad condicional.
Contada con humor y ritmo, la película entretiene y es un ejercicio de nostalgia. Su título, al igual que en la primera ocasión, remite a un juego de palabras, ya que literalmente se traduce como “avistaje de trenes” (cosa a lo que se hace referencia en una escena de la película) y al mismo tiempo al acto de consumir heroína. Uno de los personajes (según se descubre al principio de la película) ha seguido con este hábito, que lo ha alejado de su esposa e hijo mientras que otro de ellos a dejado paso a un consumo ingente de cocaína. No obstante esto, la droga -aunque omnipresente- no tiene demasiada importancia en el desarrollo de la película.
Trainspotting 2 es un film que aún para quien nunca haya visto la primera, es completamente disfrutable y entretenido, aunque claro, carecerá del toque nostálgico que los más entrados en años podrán apreciar.