Para descubrir que el tango es para los finlandeses su música nacional. Por eso el trabajo minucioso de investigación y testimonios que revelan una verdad desconocida para la mayoría. La indagación empeñosa y puntillosa de Gabriela Aparici, autora del guión y directora que literalmente se enamoró del material y nos transmite su emoción. Valiosos testimonios del pasado y la vanguardia, y la comprobación de la definición de Discépolo “el tango es un sentimiento triste que se baila”. No importa la latitud, ni que se ubique en las antípodas del Río de la Plata.
El 2x4 también es finlandés El tango también puede ser finlandés. Ello lo asegura en este documental Gabriela Aparice, su directora, quien se detiene en músicos y cantantes de Finlandia para armar la historia de ese ritmo en un lugar geográfico tan alejando de nuestras costumbres. La investigación de la realizadora enfoca su cámara sobre la forma en la que allí se cultiva ese género musical a través de escenas en las que parejas de bailarines ponen su especial acento en descubrir las notas de una música que los atrapa con pasión. Para los finlandeses ese ritmo es su música nacional y en ella hallan pasajes de sus modos de vida. Este film es un colorido viaje en el que el tango demuestra que también lejos de la Argentina sabe emocionar con sus notas y sus poesías.
Made in ¿Argentina?. Argentina es reconocida en el mundo por diferentes factores, elementos y personajes. Messi, Maradona y el dulce de leche se nos vienen de inmediato a la cabeza. También el baile característico, el tango, atraviesa fronteras y sirve de carta de presentación en cuanta referencia, sobre todo porteña, se quiera hacer. Es por eso que ese ritmo que nosotros creemos tan nuestro, se encuentra instalado en otros horizontes, disímiles. Hasta se organizan campeonatos mundiales relacionaos con el tema, y Argentina no es la eterna ganadora. Hollywood tomó el ritmo más de una vez, desde las películas que Carlos Gardel hizo en ese territorio, hasta los icónicos bailes de Al Pacino en Perfume de Mujer y Arnold Schwarzenegger en Mentiras verdaderas; es sabido que en Japón el tango también es furor (ni hablar de la rencilla con nuestros hermanos uruguayos). ¿Pero es Japón el único país con una cultura diferente a la nuestra en dónde el tango se mantiene como un ritmo popular? ¿Les suena algún país del norte de Europa? Milonga finlandesa: En su ópera prima, la más conocida como productora Gabriela Aparici (Las enfermeras de Evita, Soy Ringo) realiza una serie de entrevistas que nos llevan a Finlandia, un país del que, tenemos que ser sinceros, conocemos realmente poco. Es la cuna de los reconocidos directores Mika y Aki Kaurismäki (casualmente este último estrena película El otro lado de la esperanza, el mismo día de estreno de Tango Suomi), le da nombre a una conocida marca de quesos untables, y probablemente poco más. Bueno, lo cierto es que en Finlandia adoran el tango, y hasta pueden llegar a considerarlo un ritmo autóctono. Aparici emprende varios viajes a ese país y realiza una investigación sobre la devoción que les despierta el tango. El fruto de esa investigación termina siendo este Tango Suomi, un documental de estructura formal, sin demasiada innovación desde lo técnico, pero que se aprecia desde lo curioso y desde esa postura personal que realiza tanto la directora como sus entrevistados. El artista M. A. Numminen y el investigador Pertti Mustonen son dos finlandeses dedicados a este arte, sus entrevistas son las más reveladoras y guiadoras del “relato”. A ellos les complementan otros varios, entre los que podemos apreciar llamativamente al citado Mika Kaurismäki (los memoriosos podrán recordar que en sus películas, el tango suele estar presente). Los puntos de interés son ver cómo dos países en apariencia tan distintos se unen bajo un mismo sentimiento. Sentimiento que es más que un ritmo: en Finlandia el tango se vive con pasión, pero también con ese dejo melancólico tan propio del tanguero, del que -uno puede imaginar viendo algo de su cine- la cultura del país bebe asiduamente. Conclusión: De cómo un ritmo nos hermana, de cómo el arte atraviesa las fronteras y se vuelve difuso saber de dónde es originario, Gabriela Aparici en Tango Suomi nos habla de otra cultura y, sin querer, nos está también mirado a nosotros.
La entrevista tradicional deja de tener razón cuando a partir de pequeños retazos y percepciones sobre la recepción de la cultura en latitudes inéditas para la reflexión. Gabriela Aparici devela con reportajes, registro de shows y, principalmente, la palabra, el acercamiento de Finlandia al tango. En vez de hacerlo por el extrañamiento, lo hace desde la empatía y termina por construir una verdad sobre la pan nacionalidad de la cultura.
Crítica publicada en la edición impresa
El tango no solo es argentino Se estrena un documental de coproducción argentino finlandesa, que nos hace acercarnos al tango en tierras lejanas. Tango Suomi (2016) nos muestra que este ritmo también puede ser finlandés. Un argentino en tierras extrañas, supongamos que Irán para indicar algún país opuesto a nuestra cultura, puede hacerse eco de cuestiones autóctonas y demostrarles a un grupo de individuos desde donde viene. Maradona, Messi y el tango encabezan esos primeros titulares. Una premisa que cumple su objetivo pero que no es cien por ciento definitiva. El tango no solo es argentino, sino que hay otro país que afirma que es también su música nacional. Finlandia, alejado geográfica y culturalmente de nosotros, es este país y, a través de Tango Suomi, nos lo demuestran. “El tango finlandés no muere gracias al tango argentino” es una de las afirmaciones de una de las tantas voces que se escucha en el documental. La explicación es razonable. Aquel joven finlandés que se acerca a su música nacional termina recurriendo al tango argentino, a Piazzolla, a Gardel, a dichos simbolismos, para fomentar aún más su pasión por este ritmo. El tango finlandés termina mezclando su ritmo con el argentino y funciona como una retroalimentación directa, donde cada país utiliza ritmos e instrumentos musicales del otro. Narrado con una preciosa dinámica necesaria para un documental, con muestras musicales y fotográficas para acercarnos al ritmo, y compuesto de entrevistas a distintos personajes importantes como MA Numminem y Pertti Mustonen, Tango Suomi explica las razones de porque el finlandés considera como suyo al tango. Su guionista y directora, Gabriela Aparici, fue la encargada de investigar durante sus viajes a Finlandia que, por más que seamos tan distintos al país escandinavo, las conexiones son evidentes. En Finlandia se baila y canta el tango. Hasta ahí algo que no llama tanto la atención. Lo más excitante de esto es la manera en la cual se lo vive, a la pasión que genera. El tango funciona como punto en común de dos culturas diferentes. Un ritmo que, a quien le apasiona, hace del mismo una forma de vida. El intercambio cultural es evidente y, gracias a esto, nos encontramos en una reciprocidad que enriquece a quien participa. Argentina y Finlandia, Sudamérica y Europa, unidos por la tradición de un ritmo que nunca se extingue.
DOCUMENTAL INFORMATIVO En Tango suomi se pueden detectar problemas similares a los que exhibe Lantéc Chaná, otro documental argentino estrenado esta semana: ambos son films demasiado recostados en lo temático y discursivo, lo cual les quita potencialidades para diseñar propuestas estéticas que se conecten a fondo con lo cinematográfico. La película de Gabriela Aparici aborda el extraño fenómeno que se da en Finlandia, un país que a lo largo del tiempo, sorteando toda clase de eventualidades, ha ido desarrollando su propia visión y perspectiva sobre el tango, que está tan arraigada en esas tierras que hasta se ha convertido en música nacional. Lo que propone el film es una especie de recorrido por una cultura y una sociedad que en muchos aspectos es totalmente distinta a la argentina, pero que encuentra una inesperada conexión a partir de las melodías tangueras. Lo cierto es que Tango suomi crece mucho cuando apuesta a la música como un componente no sólo estético sino incluso narrativo, dejando que la musicalidad funcione hasta como un orden estructurador para las imágenes. Lo contrario sucede cuando la película se regodea en las entrevistas o los comentarios que no sólo explican, sino que redundan en lo que se cuenta. Hay un dilema entre contenido y forma que el film no termina de resolver, con lo que le cuesta redondear a fondo su propuesta. El viaje cultural y social que es Tango suomi está atravesado por esas contradicciones estéticas, lo cual lo termina relegando al lugar de un documental esencialmente informativo y didáctico, ciertamente correcto en su realización, pero que sin embargo no llega a trascender realmente en la memoria del espectador.
Que el tango sea una música universal, ya lo sabemos. Que el tango se inventó en Uruguay o en la Argentina, todavía hoy está en discusión. Pero, por lo menos en este lado del mundo, muy pocos, o casi nadie, sabe que Finlandia también compone, interpreta y baila su propio tango. Esto no se originó en las últimas décadas, cuando el tango argentino recorrió el mundo difundiendo su arte, sino que aparece mucho tiempo antes. Por este motivo, con una gran curiosidad, la directora de este documental, Gabriela Aparici, se propuso viajar varias veces al país nórdico en busca de la mayor información posible sobre el movimiento musical que vincula, inesperadamente, a ambos países, tan lejanos en la distancia, idiosincrasia, clima, modo de vida, cultura, etc., pero tan cercanos en el ritmo del 2x4. En esta realización se entrevista a distintas personas, ya sean cantantes, bailarines, instrumentistas, coreógrafos, que se dedican a interpretar el tango, cada uno desde su lugar. Los personajes son en su mayoría finlandeses, y también la directora visitó distintos lugares porteños donde músicos jóvenes tocan el tango. Reuniendo tantos datos y testimonios que Gabriela Aparici consiguió en su derrotero, nos enteramos de la antigüedad que tiene el tango en ese país, de los problemas que tuvo durante la guerra con Rusia en los años ´40, y de los sentimientos que narran sus letras, que son parecidos y a la vez distintos de los nuestros, pero donde las pasiones no son las mismas, porque aquí las pérdidas se lloran y ellos mantienen la esperanza del reencuentro. La directora recorrió varias ciudades finlandesas, y observamos que hay muchas mujeres que componen y tocan tango, en general, instrumental, y en las orquestas que lo interpretan con cantante predominan los hombres, aunque dejan mucho que desear, no podrían competir con los rioplatenses. No tienen la voz ni el carisma que nos acostumbramos a oír por aquí. Pero, la juventud mantiene vigente al tango El documental mantiene las vías clásicas del relato, con los entrevistados sentados. De vez en cuando la directora utiliza su propia voz en off, y en otras aparece en cámara. En algunos momentos, realiza una puesta en escena, en otros, planta la cámara para filmar la actuación de una orquesta. Tiene un objetivo claro, y en ese hurgar en el pasado finlandés, alternando con imágenes de archivo en blanco y negro, sea tanto fotos como videos, matizados con la música y reportajes, consigue dilucidar una cuestión: que el universo musical es mucho más pequeño de lo se supone.
Un abrazo que se funde a la distancia. Para aquel espectador familiarizado con el cine de Mika y Aki Kaurismaki, realizadores finlandeses bastante conocidos gracias a festivales como el Bafici, la singularidad de introducir en sus bandas sonoras canciones o melodías de tango no es una novedad. Sin embargo, esos reconocibles tangos no pertenecen a la estirpe argentina o rioplatense, sino que forman parte de lo que se conoce en Finlandia como Tango Suomi. La directora Gabriela Aparici se encargó de indagar e investigar básicamente los orígenes de este elemento cultural característico de los finlandeses y sobre todas las cosas sus puntos de contacto o diferencias con el tango de este lado del océano. Tango Suomi es el resultado de esa ardua tarea, traducido a un lenguaje cinematográfico que funciona en el sinuoso terreno del documental, respeta algunas características convencionales como las entrevistas de cabezas parlantes o el material de archivo, pero lo supera con creces en la búsqueda tanto estética como dialéctica de una voz propia. Por supuesto no puede faltar la música en un documental sobre música ni tampoco las referencias con grupos que experimentan tanto en Argentina como en Finlandia, con diferencias de estilo, pero en el que convergen el tango y la pasión que genera interpretarlo, ya sea con instrumentos clásicos como el bandoneón o el piano hasta otro tipo de instrumentos y mixturas donde son afines al oído las influencias de Astor Piazzolla y sus innovadoras composiciones. Si el tango vino junto a los barcos, sondeó océanos, transitó por calles de arrabal o murió en la boca de un marinero borracho, lo cierto es que su baile y su música trascienden fronteras y el sentimiento de nostalgia y melancolía -que no es lo mismo- no tiene bandera y comparte el mismo recuerdo de un pasado que no vuelve, estemos en pleno Buenos Aires o en la gélida Finlandia, al ritmo del dos por cuatro mientras la nieve acompaña a los ocasionales bailarines.
INICIACIÓN HACIA LA NOSTALGIA LUMINOSA “Los temas son muy diferentes -afirma la investigadora y semiológa Pirjo Kukkonen-. El tango finlandés habla del concepto de nostalgia, el regreso, el dolor por no volver a la vida de las personas. Recordamos los tiempos de suerte, de amor y se va en busca de esos momentos positivos que son cortos; el sudamericano es melancólico, más intenso y, quizás, más oscuro también”. Si bien, a simple vista, las relaciones entre Finlandia y Argentina parecerían distantes, tienen un lazo que las hermana: la pasión por el tango. ¿Cómo pensarlo desde sus singularidades? ¿O desde sus semejanzas? ¿De qué manera influye la cultura o, incluso, el clima? El recorrido que propone Gabriela Aparici en su ópera prima como directora (si bien ya tiene una trayectoria como productora de filmes tales como Las enfermeras de Evita, Soy Ringo, Koan y Nosotras que todavía estamos vivas) no sólo intenta responder a estas preguntas, sino que las aborda a través de una fuerte impronta visual: tonos cálidos, climas íntimos, el despliegue casi envolvente de la gente que baila, las interpretaciones de las bandas o el detenimiento en ciertos gestos y/o poses de los entrevistados que simulan fotos o postales actuales; un acercamiento que actúa de doble manera: por un lado, la cámara intenta captar la esencia con la mínima intervención posible; por otro, la directora se visibiliza a través de la voz en off y las reflexiones del inicio, el tenue reflejo de ella sobre el vidrio del bar o su aparición en cámara en una entrevista en Buenos Aires. Además, en Tango Suomi, se diferencian dos grandes momentos: uno más ligado al conocimiento, al detalle y a la contextualización del tango finlandés desde dicho país, y otro más cercano al pasaje o encuentro cultural, cuyos pilares son Elina (directora teatral que viene a Argentina para aprender a bailar el tango nacional) y Pertti Mustonen, un bailarín finlandés. De hecho, cada uno adquiere cierto carácter de director cuando realiza una charla informal con músicos y se produce el registro de una entrevista dentro de otra. El inicio y el final con la pareja bailando en la nieve cierran el círculo que no sólo despliega un universo desconocido y de posibles similitudes, sino que lo trata como un viaje de iniciación. Porque, después de todo, un marinero finlandés pudo venir a contagiar a los porteños su pequeña nostalgia luminosa. Por Brenda Caletti @117Brenn
La cineasta Gabriela Aparici estrena Tango Suomi, su primer largometraje coproducido con Finlandia. En su documental investiga el universo del tango y cómo logró sumergirse en la cultura finlandesa. En Finlandia, luego de la Segunda Guerra Mundial, el tango se convirtió en una manera de interpretar la pena y la pérdida. Al igual que en el Río de la Plata, las letras finlandesas captan el aire melancólico de añorar un pasado que ya no volverá. Y es a partir de estas melodías y acordes que encontraron un perfecto medio de expresión para canalizar el clima de posguerra. Uno de sus principales exponentes fue el compositor Unto Mononen, su pieza más famosa “Satumaa”, se consagró como arquetipo del tango en su país. El tango puede ser finlandés. Desde esa premisa, Aparici plantea una investigación que inició a partir de sus viajes a Finlandia en el 2010. Su principal motivación es reflejar cómo a pesar de los miles de kilómetros de distancia con Argentina, ambos países comparten el mismo vínculo y sentimiento por el género musical. El documental propone un acercamiento a los dos tangos, tanto el argentino como el finlandés, y cómo sus músicas se cruzan con diferentes ritmos y bailes. Desde sus diferencias técnicas los une el sentimiento nostálgico de añorar otro lugar y otro tiempo. El análisis entre ambos se aprecia en las entrevistas a diversos músicos finlandeses como M. A. Numminen y Pertti Mustonen, quienes explican que el tango es considerado como patrimonio nacional. El documental filmado en los dos países logra hacer un balance entre los diversos paisajes y también reinterpreta las características de ambas sociedades. A medida que avanza se observa la evolución que tuvo este género en el país europeo y cómo actualmente se resignifica la práctica de la danza y la música a través de viejas y nuevas composiciones. Sin abandonar nunca la inspiración que les brindó el gran tango rioplatense.