Un padre (Alberto) lleva a su hijo menor (Fede) y a su hija adolescente (Lucía) a unas termas cerca de Salto, en Uruguay. En Tanta Agua hay un antagonista definido, la lluvia. Esta aparición se da en los primeros minutos y parece marcar el terreno para la linealidad: agua y más agua que saca a flote los conflictos entre los tres personajes. Este núcleo narrativo no se traduce en gritos y pasadas de facturas sino más bien en un trato frío, que se hace presente en las respuestas monosilábicas o en las negativas de los hijos a cualquier propuesta del padre para apaliar la lluvia constante. No se trata de una escalada de situaciones hasta llegar al punto de un destape para ventilar asuntos no resueltos, es el "hacer lo que se puede" con cada uno cumpliendo su rol de la mejor manera...