Pasado de gracia
La nueva comedia de Peter Peter Bogdanovich remite a la edad de oro de Hollywood y cuenta la historia de una actriz que evoca sus inicios como prostituta de lujo.
Una exquisita comedia de enredos que remite a la edad de oro de Hollywood es lo que se propone Terapia en Broadway y lo consigue desde el principio hasta el final. Por suerte, con mucho sentido del humor y nula melancolía.
Su director, Peter Bogdanovich, tiene un prestigio que sobrevivió a varios fracasos, pero que se justifica al menos por dos títulos: La última película y El maullido del gato. No sólo es una enciclopedia viviente de cine sino un refinado amante de los diálogos chispeantes y de la gracia artificial.
Terapia en Broadway se plantea como una entrevista en la que una joven actriz famosa (Imogen Poots) recuerda su pasado de prostituta de lujo y su debut teatral ante los oídos escépticos de una periodista de espectáculos.
La clave es que la chica cuenta su vida como si se tratara de un cuento de hadas. Todo lo sórdido y humillante, todo lo horrible y doloroso desaparece, y lo que queda del pasado es el artificio, el acto de magia, la experiencia depurada y pulida como una joya que brilla bajo la luz.
El personaje de Poots es el centro de una telaraña de infidelidades y mentiras, en la que están atrapados un director teatral, su esposa, un actor famoso, un juez, un dramaturgo, el padre de este (que también es detective privado), una psiconalista y varios más (incluidos el padre y la madre de la chica).
El guion se las ingenia para mantenerlos a todos activos y en estado de combustión, lo cual se materializa en una sucesión ininterrumpida de escenas graciosas o patéticas, sostenidas por un elenco que no le teme a la exageración, ni al ridículo.
Si bien la neurótica hiperactividad de los personajes y la inteligencia de los diálogos recuerda al mejor Woody Allen, Bogdanovich no es cínico, ni desprecia a nadie, ama tanto al cine que ese amor absoluto se derrama a toda la humanidad.