Cineasta, escritor, actor, celebridad pública, enciclopedia viva del Hollywood clásico, Peter Bogdanovich fue uno de los pilares del llamado Nuevo Hollywood de los años ’70 gracias a títulos inolvidables como LA ULTIMA PELICULA, LUNA DE PAPEL y QUE PASA, DOCTOR?, entre muchos otras. Algunos fracasos (comerciales más que críticos) y escándalos y conflictos personales lo fueron alejando de la dirección en las últimas décadas, en las que se dedicó mucho a la escritura de libros de cine y a la actuación (en series como LOS SOPRANOS), pero cada tanto consigue el dinero suficiente para armar un nuevo proyecto.
TERAPIA EN BROADWAY, su regreso al largo de ficción para cine desde EL MIAU DEL GATO, de 2001, gracias a la ayuda económica de fans suyos como Wes Anderon y Noah Baumbach, es una vuelta a las screwballl comedies de los años ’30 que supo homenajear ya en anteriores películas y sobre las que ha escrito en incontable cantidad de oportunidades, como buen estudioso del Hollywood clásico que es. Bogdanovich no intenta adaptar el modelo al gusto, uso o modos contemporáneos sino que propone un estilo retro, clásico, que juega con los clichés y los formatos tradicionales del género con pocas modificaciones. Y si bien la historia no logra trascender el homenaje o ejercicio de estilo para convertirse en una gran película, sí consigue sostenerse –y más que bien– como una muy entretenida comedia.
she-s-funny-that-way02El estilo es conocido: diálogos rápidos, situaciones confusas, una serie de eventos extraordinarios que solo pueden combinarse si uno acepta los códigos del género. Y aquí están tan a la vista que uno puede menos que relajarse, entrar en el juego y disfrutar. Owen Wilson encarna a un director teatral a quien se le da por contratar prostitutas y regalarles dinero para “hacer algo creativo con sus vidas”, algo que su esposa –actriz– desconoce. El conflicto surge cuando una chica que conoció así se presenta al casting de su última obra, en la que actúa su mujer, y pese a sus reparos de que se devele su secreto, es tan buena que es igualmente contratada.
Esto generará una suerte de enredos con otro actor de la compañía (un divo interpretado por el británico Rhys Ifans) que tuvo un affaire previo con la mujer de Wilson (encarnada por Kathryn Hahn). A ellos hay que sumarles a una psicóloga que interpreta Jennifer Aniston que también se verá involucrada en los enredos y, en varios cameos, actores del repertorio de siempre de Bogdanovich como Cybil Shepherd, Tatum O’Neal y hasta el propio Quentin Tarantino. Todo siempre en un juego de encuentros y desencuentros, puertas que se abren y se cierran en el momento justo, gente que se esconde en el baño y otras figuras formales del cine de los años ’20 y ’30.
she_s-funny-that-wayPero la que se destaca especialmente es Imogen Poots, la verdadera protagonista de la historia, exagerando un acento de Brooklyn (es británica) para encarnar a una prostituta de buen corazón enredada en un juego de engaños amorosos y celos. Como algunas comedias de Woody Allen de antaño pero sin ninguna pretensión de ir más allá del placer cinéfilo de la estructura redonda y el cuento amable, el septuagenario Bogdanovich entrega una película que tal vez sea menor dentro de su notable filmografía, pero que deja en claro que el hombre maneja los códigos del Hollywood clásico como pocos otros saben hacerlo. Y disfruta y hace disfrutar utilizándolos…