Terapia en Broadway

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Comedia sexual de una noche de verano

El retorno, luego de 10 años de su último filme realizado, del director Peter Bogdanovich viene a darle algo de aire fresco a las comedias producidas en Hollywood, el punto es que lo hace con herramientas del pasado.

La primera, es una estructura y una progresión a base de equívocos muy común en las comedias de los años ‘40 y ‘50, pero en este caso aggiornadas a las vicisitudes vivenciales del nuevo siglo,

Su estructura se apoya en un muy buen guión, con diálogos inteligentes, por momentos hace recordar al pequeño genio neoyorquino Woody Allen.

La realización funciona no por arte de magia, sino por un acabado trabajo, minucioso en cuanto al manejo de los tiempos y el compás rítmico de las escenas que conforman secuencias perfectas, lo que terminan por constituir una comedia redonda y sin fisuras.

Al mismo tiempo que la puesta en escena determina, sobre todo a partir de la dirección de arte, digamos la escenografía que está puesta de manera tal que los personajes circulen por ella sin ningún tipo de salto, nada aparece como forzado y eso es gracias a la mano del director.

Otro punto muy alto de la producción es su banda de sonido, ya que participa de la narración no sólo como parte del relato, sino en varias ocasiones como anticipatorias al texto, en sentido de instauración del clima que propone el realizador.

Pero para que ello quede conformado es necesaria una selección de actores de gran nivel interpretativo, que manejan los tonos de la comedia como si hubiesen nacido con ella, tanto los protagonistas como los intérpretes secundarios.

La narración abre con el relato que de su vida hace la joven y prometedora actriz Isabella Patterson (Imogen Poots) a una supuesta periodista que funciona casi como terapeuta y a la que le confiesa su pasado de dama de compañía.

Es en esos menesteres que conoce a Arnold Albertson (Owen Wilson), un afamado director teatral, quien lleva una vida envidiable, no sólo hace lo que desea, está felizmente casado, tiene dos hijos y un próximo estreno en Nueva York, la meca teatral de los Estados Unidos.

La producción le exige que el protagonista de la misma sea Seth Gilbert (Rhys Ifans), un actor que convoca, seductor, mujeriego, y su coprotagonista sea la propia esposa del director.

Arnold sólo tiene una debilidad, la imperiosa necesidad de contratar los servicios de jóvenes mujeres que ejercen el llamado oficio más antiguo del mundo, a la vez que trata de reformarlas ofreciéndoles mucho dinero para que reencausen sus vidas.

Todo se trastoca cuando Isabella (Izzy su nombre de fantasía) es la joven de turno, su deseo más profundo es ser actriz, ahora con dinero suficiente como para solventarse ella concurre a castings y ya nada volverá a ser lo mismo.

Desde sus primeros filmes Peter Bogdanovich fue un eficaz director en tanto homenaje al cine clásico hollywoodense se refiera, las formas de comedia americana se vislumbran en cada fotograma, y en todas sus variantes, es un muy buen retorno, como para demostrar que no todo está perdido, no llega a sus mejores producciones, pero se posiciona muy por encima de la mediocridad actual.