El show debe continuar
“Terapia en Broadway” (para una cinta llamada “She’s funny that way”) es un invento de los tituladores locales, jugando tal vez con la alleniana “Disparos sobre Broadway”. Y quizás algo tengan que ver: Peter Bogdanovich y Louise Stratten (su coguionista y ex esposa) construyen una cruza entre el Woody Allen más cómico (pero también el más humano), la sana locura y los enredos de Wes Anderson y la comedia fuerte a lo Judd Apatow o Ben Stiller. Quizás por eso el protagónico masculino esté en manos de Owen Wilson, que ha sido actor fetiche de todos ellos, y se mueve aquí entre esos tres registros. Hay también una portentosa cinefilia (a fin de cuentas, el director empezó como crítico) o una nostalgia del viejo mundo del show business, que alcanza su clímax de la mano de cierto nerd icónico del cine, que en su cameo resolverá varias de las pistas.
Pero si Wilson es la piedra de toque, la piedra basal es Imogen Poots: la joven actriz británica se constituye en el centro de la operación cinematográfica, casi que podría ser una nueva musa para Woddy en el después de Scarlett Johansson (Imogen tiene cinco años menos). Ya es ideal para la narración en flashback desde la entrevista inicial (¿otro recurso alleniano?), con un rostro que se come la cámara en los primeros planos, con sus ojos azules, su boca súper expresiva (es otro estilo, pero su gestualidad es tan llamativa como la de una Toni Collette); su figura y su acento falso (es una británica haciendo de judía neoyorquina). Y cualquiera podría creerle su fanatismo por Audrey Hepburn, en especial bajo la piel de la Holliday Golightly de “Desayuno en Tiffany’s”.
Detrás de las puertas
Porque de eso se trata, de creer en medio de los falsos nombres y las mascaradas. Contemos apenas la punta del iceberg de esta comedia de enredos: Arnold Albertson es un director que llegó a Nueva York desde Los Ángeles para dirigir en Broadway una obra en la que actuará su esposa Delta Simmons. Llega un día antes y contrata (bajo el nombre Derek Thomas) los servicios de una escort (prostituta de alto nivel) apodada Glo Stick, con la que comparte una noche romántica antes del sexo. Después, le da 30.000 dólares para que cambie de vida. Lo que no sabe es que el protagonista de su obra, el pretencioso británico Seth Gilbert, lo ha visto con ella.
El problema empezará al otro día, cuando Arnold, Delta y Seth, junto con el dramaturgo Joshua Fleet descubran que la mejor para el papel que necesitan, una joven escort, es... Izzy Finkelstein, ahora rebautizada Isabella Patterson, que no es otra que Glo.
Ahí empiezan los problemas entre los que saben, los que no, las nuevas relaciones que se generan y una serie de personajes que se vinculan con los mencionados: un juez obsesionado con Izzy, su peculiar detective privado y Jane Claremont, una alocada psicóloga que los termina conociendo a todos.
Sería imposible seguir narrando el crescendo de complicaciones, que por momentos disparan la risa fácil, en el estilo de “Mi novia Polly”, por ejemplo: quizás por eso también esté Jennifer Aniston en uno de sus registros más habituales desde la Rachel Green de “Friends”, pero no por eso menos eficiente como la terapeuta insufriblemente querible que atrajo el interés del titulador latinoamericano.
Pero hay más que persecuciones y desencuentros: está el mundo de las relaciones con el paso de los años, con muchas historias atrás; las buenas intenciones realizadas de la peor manera; y está también el aura del viejo Hollywood, donde un encuentro casual convertía a una desarrapada en estrella, y si no fue tan así bueno, quedémonos con la mitología que es más linda.
Como locos
De las demás actuaciones, se destaca largamente la de Kathryn Hahn como Delta: pura pasión desencadenada, y la más natural en el artificio junto con Poots. Rhys Ifans como Seth tiene momentos de elegante comedia, y Will Forte le pone a Joshua su onda de torpe atildado que se hizo famosa en “Saturday Night Live”.
Austin Pendleton le pone gracia al juez Pendergast (alias Doctor Doolittle) y George Morfogen interpreta al detective Harold Fleet con toques de irrealidad, más cerca de un Inspector Gadget entrado en años que de Phillip Marlowe. Por último, así como firma el guión con su bella última ex esposa (es hermana de la fallecida Dorothy Stratten) también dejó lugar en el elenco para la más rutilante de sus ex parejas, su otrora musa Cybill Shepherd, ahora devenida en estentórea madre de Izzy.
Valga también mencionar a Illeana Douglas como Judy, la periodista que pondrá a Isabella a reflexionar sobre esas mitologías y la suya personal, y las apariciones de Tatum O’Neal y Poppy Delevingne (hermana de Cara, también haciendo armas actorales). Y por supuesto, ese que no vamos a nombrar para no arruinar la sorpresa, uno que ama tanto las películas como poner sangre en ellas: el que viene a demostrar que el show debe continuar y que el show business tiene recursos para seguir funcionando.