Es muy interesante cuando uno se acerca a una película sin mucha información previa y con el prejuicio de creer que se asistirá a una nueva puesta al día de las comedias más nerviosas y verborrágicas de Woody Allen, y toda la serie de imitadores que supieron surgir.
Más grato aun cuando una película como “Terapia en Broadway” (Estados Unidos, 2015), del maestro Peter Bogdanovich, termina por sorprender con la historia de una joven llamada Izzy (Imogen Poots), que de un día para otro ve como su suerte cambia al toparse con un productor y escritor teatral llamado Arnold (Owen Wilson), quien tiene una manera muy particular de relacionarse con el sexo opuesto y luego darles “oportunidades” para cambiar su vida, sin ser ella la excepción.
Izzi (Poots) es una joven que quiere triunfar como actriz. Oriunda de lo más bajo de Nueva York, en su humilde hogar, aún comparte los días con sus padres (Cybill Shepherd y Richard Lewis) y para poder pagarse sus estudios e insumos busca la salida de “escoltar” hombres que llaman a su “madama” (una increíble y exagerada en el punto justo Debi Mazar) y así obtener dinero rápido y fácil.
Pero ella es torpe, se confunde las direcciones a donde tiene que ir, y claro está, como joven enamoradiza que es, terminará por enredarse con el primero que le preste algunos minutos para escuchar su historia de joven que sueña con triunfar en Broadway.
Y ahí estará Arnold, para cumplirle su sueño de Cenicienta, pero que, en realidad y sin saberlo, terminará siendo un castigo para él cuando Izzy realice un cast para su nueva obra y conociendo a su mujer, su entorno y, claro está, al resto de mujeres a las que este “benefactor” ha intentado hacer salir de la prostitución, quede como protagonista.
La película se maneja con la “confusión” como vector narrativo, pero además explora el slapstick, y el gag, emulando a las viejas comedias hollywoodenses en las que el cierre de puertas, el esconderse del otro, y hasta el escenario principal, servían para narrar grandes historias, que en el fondo, eran de amor y superación.
Pero para redoblar esta vuelta al mejor cine, además, Bogdanovich reúne un elenco de personajes secundarios que irán sumándose de a poco y a los que a cada uno los dotará de un complejo entramado psicológico que, al menos, intentarán explicar el porqué de sus acciones y fortalecerán la historia.
Así, Izzy se transformará en el objeto de deseo de varios personajes y éstos a su vez traerán a la escena a sus respectivas parejas, las que, como el caso del personaje interpretado por Jennifer Aniston, una neurótica psicóloga que no puede separar su profesión de sus emociones, dotará de cada vez más conflictos a la ya compleja trama de historias adyacentes a los protagonistas principales.
“Terapia en Broadway” bucea en la comedia y se reposa en una clásica estructura narrativa, pero también en la novedad de contar su “cuento” a partir del relato en primera persona desde una entrevista de Izzy recordando en flashbacks su llegada a la cima.
Porque si bien se intenta hacerla trastabillar con cada escena y cada personaje que se suma para potenciar la comedia, también se busca resolver positivamente su cuento, con un final feliz que sirve, además, para demostrar que la casualidad y la causalidad pueden determinar una serie de eventos para hacer llegar a buen puerto a cualquier navío. Divertida y dinámica.