Damián Galateo dirige este documental con partes ficcionalizadas, con un perfecto casting, para reflexionar desde el tono de una película de horror, cómo el peor terror existe y es la violencia intra-familiar. Con entrevistas, imágenes de archivo, efectos del género, la utilización del suspenso y el color rojo, los efectos de sonido, expone su propia historia familiar, también para terminar con la inevitable cadena de repeticiones y cortar con el sufrimiento. El director Damián Galateo es el nieto de un hombre violento. Se trata de Alberto Luis Galateo, un futbolista santafesino que tuvo su tiempo de fama, en los años 30 jugó para Colon, luego en Chacarita Jr., en Racing por un solo partido ( se explicará porque) en Colegiales y en la Selección en el mundial de 1934, donde le hizo un gol a Suecia. Esa fue su vida pública. En privado era un monstruoso violento: le pegaba sistemáticamente a su esposa, le hizo perder un ojo y a sus tres hijos. El mayor puso fin a tanta tortura soportada, en un tiempo donde el derecho de la mujer y los niños era avasallado y aceptado por la sociedad, con tres tiros. Fueron tantos los testimonios familiares y del entorno familiar que el adolescente solo estuvo en prisión pocos meses. El abuelo del director y su hermano, el que empuño el arma, siguen viviendo muy cercanos, pero solo hablan de futbol. Poner en palabras, imágenes y en género de terror lo que vivió esa familia, fue un mandato para el realizador que devino en una muy buena película. Sorprendente, durísima, innovadora, absolutamente creativa frente a tanto documental lineal.