Inmerso en la cultura Testimonio de una vocación: Edmund Valladares (2010) documenta la vida y obra del notable y plural artista Edmund Valladares. Siempre desde su compromiso social, el film hace hincapié en distintas muestras internacionales que supieron reconocer su virtuosismo. Edmund Valladares es un artista completo: se destacó en el área plástica, la escultura y el cine. Hasta hoy continúa trabajando en su legendario taller de la calle Cuba, con una obra que bien supo representar la cultura en la que adscribe. El documental dará cuenta, en palabras del mismo Edmund y de críticos y especialistas de arte, de su relación entre su obra y la crítica social. Jorge Valencia, Jaime L. Lozano y Eduardo López son los directores encargados de rescatar las virtudes de la obra de Valladares, junto a la guionista Pilar Herrero. Ante tamaña responsabilidad, optan por recurrir a la obra. Las pinturas, esculturas y películas que realizó Edmund, grafican cada momento clave del documental. Se intercalan entre el material de archivo. Es la obra de Valladares la que se antepone. Y está muy bien que así sea, pues no alcanzarían las palabras para describir aquello que pertenece al orden de lo sensorial. El testimonio de una vocación. Testimonio de una vocación: Edmund Valladares se enriquece con el aporte de los especialistas, las imágenes de archivo y el sentido último del artista: su compromiso con su entorno. Su capacidad de transmitir los dolores, las angustias y las diferentes experiencias de vida a partir del arte. Y es por eso que lo verbal anecdótico encuentra su forma última en la conjunción con la obra en sí misma. El pensamiento de Valladares sobre el boxeo es un ejemplo de lo mencionado. Edmund Valladares es un artista tan complejo como interesante. Se puede abordar desde múltiples aristas. La elección de los realizadores de tomar el compromiso social como eje del documental es una feliz opción, pues a través de ella se crea el sentido de la obra de un artista. En palabras de Edmund, la vocación.
Mire que bien viene este documental para poner más luz sobre varios puntos. El primero tiene que ver con la utilidad de ver un documental, si este da cosas por sentado. Por ejemplo: Supongamos que me interesa saber por qué un león mata cachorros de su misma especie. Un documental no podría arrancar asumiendo que el espectador sabe todo sobre el dominio territorial de los felinos. Una introducción al tema es tan necesaria como el motivo principal que empuja al realizador a filmar algo de este género. Testimonios de una Vocación es un claro ejemplo de cómo introducir un tema, desarrollarlo con todo tipo de aportes y concluirlo dejando abierta una puerta para que cada uno continúe el camino de ir tras la s huellas de un artista inigualable. Los directores bien podrían decir: “Señoras y señores con ustedes: Edmund Valladares” El documental conecta desde el principio con el arte. Distintos artistas plásticos hablan de la historieta allá por los años 40 / 50 y una descripción cabal de lo difícil que era no sólo conseguirlas; sino obtener papel para dibujar las propias. Por otro lado, sirve como antecedente para conocer el descubrimiento de la vocación de artista. Primero dibujando y luego pintando, esculpiendo, filmando y por qué no; haciendo docencia desde un lugar avalado por el conocimiento y por la humildad. Jorge Valencia, Eduardo López y Jaime Lozano son los tres directores que nos van llevando en orden cronológico por la vida y la obra de Valladares. No solamente con su crecimiento como artista que fue ampliando la gama de recursos expresivos a lo largo de su trayectoria; sino como el hombre habitante de Argentina y del mundo cuya experiencia de vida tuvo un impacto directo en su obra. Valladares habla en un momento de compromiso. Su vida en Venezuela, en México y en Europa va acrecentando su estilo expresionista a medida que los hechos políticos y sociales van impactando en su ser. Los testimonios del propio artista le dan a la película un carácter de autorretrato pergeñado desde la razón y sin la necesidad de caer en la explicación de ninguna de sus obras. Acaso sea ésta, la mayor virtud de esta película. La realización está muy cuidada en lo técnico y hasta provoca a veces, querer ver durante más tiempo la enorme cantidad de pinturas, esculturas y películas compiladas que conforman en universo de uno de los artistas más importantes de nuestro país y que todavía sigue creando. No hay simbolismos personales para contar la vida de Valladares como ocurría en El retrato postergado (sobre Haroldo Conti); ni la falta de conexión entre directores y el artista a documentar como sucedía en Tito, el navegante. Un documental hecho y derecho capaz de generar interés más allá de la importancia artística del protagonista.
El compromiso de un creador El documental estrenado permite mostrar obras, esculturas, fragmentos de sus filmes, algunos no estrenados, junto con imágenes de archivo correspondiente a conflictivos momentos de su trayectoria. Se trata de un documental sobre la vida del artista plástico Edmund Valladares, importante figura de la plástica argentina, hombre comprometido con la vida y el arte, que con filmes como "Nosotros los monos" lanzó una dura crítica contra la comercialización del box. Desde su Lanús natal, pasando a Huinca Renancó y Santos Lugares o la pensión de Callao y Cangallo, donde se refugiaba el mundo de la noche de Buenos Aires en la década del "40 y sus años de estudiante de pintura, Valladares gestó un mundo pictórico que recorrió el mundo e inició una cronología de premios. Obras plásticas sobre el tango, Homero Manzi, Discepolín, Kafka, Van Gogh , documentales sociales y de arte, hablan de su plasticidad y la inquietud permanente de su vida. LAS IMAGENES Valladares realiza un monumento de bronce en homenaje a Cortázar y el boxeador Justo Suárez, auspiciado por la Unesco y en 2005 se emplaza su Cabeza de Cortázar, frente a la casa natal del escritor, en Bruselas. El documental estrenado permite mostrar obras, esculturas, fragmentos de sus filmes, algunos no estrenados, junto con imágenes de archivo correspondiente a conflictivos momentos de su trayectoria. Partes de "Nosotros los monos", "El sol en botellitas" o su película "Las siervas", que fue secuestrada y quedó inconclusa. Fotos fijas, la instalación de la escultura de Cortázar en Bruselas, su retrospectiva en el Museo Amparo de México, su relación con el artista Osvaldo Guayasamin son algunos de los momentos de la película en la que también pueden escucharse testimonios a propósito de la vocación de artistas como Yaco Nowens, José Percico y Albino Fernandez, junto con la permanente reflexión de Edmund Valladares sobre su obra, la necesidad de compromiso del artista y la satisfacción de su labor docente.
La vida de un artista Documental biográfico. La vida y la obra estética del artista plástico y cineasta Edmund Valladares son el centro de este documental realizado por Educaro López, Jorge Valencia y Jaime Lozano en base a entrevistas con el artista -hoy de 79 años- y con testimonios y aportes críticos que recorren su historia. En un documental de formato convencional y más apto (por duración, también) para su paso por televisión, lo mejor de Testimonio de una vocación tiene que ver con evitar el tour por “cabezas parlantes” y preferir que las imágenes que acompañan a lo que se dice de la obra de Valladares sean sus propias obras, en un collage de pasa de sus pinturas a sus esculturas, deteniéndose en películas suyas como Nosotros los monos, I Love You... Torito y El sol en botellitas . El testimonio del propio Valladares sirve para armar su historia de vida y su intención por retratar, combinando diversas vanguardias estéticas en un estilo que sólo puede definirse como propio y personal, la problemática social argentina y latinoamericana. El resto del filme son consideraciones de otros (colegas, críticos, especialistas) que han escrito sobre su obra, en textos que son leídos, en su mayoría, por Juan Leyrado. A través de ellos se ofrece una panorámica de las ideas que circulan sobre la obra de Valladares tanto en la Argentina como en el resto del mundo. Las escenas de sus filmes (en especial las de Nosotros los monos ) le otorgan algo más de fuerza y dinámica a este documental respetuoso, atento y discreto, que no escapa de lo previsible, pero logra evitar varios lugares comunes.
Muy discreto trabajo para referirse a Edmund Valladares Artista polifacético, Edmund Valladares ha incursionado -siempre con un fuerte compromiso con la realidad social y las causas populares- no sólo como pintor expresionista (figura fundamental de la generación de la Nueva Figuración) sino también como escultor, escritor, cineasta de ficción y de documentales, investigador y docente universitario. Semejante dimensión artística -no exenta de audacia política y estética-, que ha sido construida gracias a una carrera que ya lleva más de medio siglo, merecía un retrato bastante más profundo y arriesgado que el que ofrecen los 63 minutos de este apenas discreto trabajo de Jorge Valencia, Eduardo López y Jaime Lozano. La narración no tiene demasiados hallazgos (los efectos y animaciones son de los más elementales) y los materiales de archivo (algunos, incluso, de calidad bastante deficiente) resultan más bien escasos y pobres teniendo en cuenta la categoría de un artista que ha transitado muy diversas épocas, actividades y zonas del mundo. Para colmo, los realizadores apelan a una voz en off que -especialmente en el caso de Juan Leyrado, leyendo de forma cansina los textos- resulta tan didáctica como abrumadora y tediosa. Lo mejor, por lo tanto, son los testimonios a cámara del propio Valladares, generoso para con la producción en cuanto a ricas anécdotas (sobre todo respecto de su "maldita" carrera cinematográfica, que incluye elogiados títulos como Nosotros, los monos e I love You? Torito y hasta films inéditos como El sol en botellitas y Las siervas ), pero que no alcanzan a rescatar al documental del naufragio. Así, al final de este trabajo más cercano al lenguaje televisivo, el espectador no tendrá una idea cabal -sino apenas superficial- del proceso creativo ni de la importancia y la influencia de la obra de tamaño artista, que se ocupó de temas y de personajes tan disímiles como el boxeo, el tango, la explotación de la mujer, Kafka o Cortázar. El cine y, sobre todo, la figura de Valladares, merecían bastante más.
Testimonio de una vocación es un documental sobre la multifacética obra de Edmund Valladares: pintor, escultor, escritor, cineasta y docente. Si hay algo que caracteriza a la obra de Valladares es una particular fuerza contra la visión sistemática de la figuración, camino que ha transitado en todas las expresiones artísticas, y que ha seguido consistentemente a lo largo de su vida. Y que en el caso del cine podríamos hablar de una obra de autor. Intuición y libertad se han sumado a un estilo expresionista, que lo ubica en principio en lo que se llamó la Nueva Figuración de Argentina, alumno de Spilimbergo, con un acento americano en sus pinturas y con las inevitables referencias a Siqueiros, Orozco y más acá a Ricardo Carpani, Carlos Alonso, Gorriarena. Esto a modo de establecer una filiación o un parentesco, ya que la obra de Valladares trasciende las fronteras y aunque tenga a la vez una profunda raigambre con la cultura a la que pertenece, se ha mantenido a una discreta distancia del poder de lo institucionalizado. Aspecto, que ha desarrollado y trasladado maravillosamente a su filmografía, con un film inolvidable como es Nosotros los monos (1971) Seguramente con las mismas intenciones que tuvieran en su oportunidad Tristán Bauer, Rodolfo Durán, Luis Cícero y Eduardo López, a los cuales se suman en esta oportunidad Jorge Valencia y Jaime Lozano, Testimonio de una vocación es un registro minucioso de la obra pictórica, escultórica y fílmica, que se entremezclan con las criticas u observaciones de críticos, con la presencia imprescindible de Valladares y con una desacertada por momentos voz en OFF, con varios errores en la sintaxis y en la presentación de los críticos. En él la pintura es el centro que va y viene en la pantalla, que es finalmente la gran protagonista del film. Un film que cumple con la misión de dar cuenta de una vocación, que en el caso del cine surge en Huinca Renanco (Cba) con el Chaplin de “Carlitos Vigilante”. Y que deja claro su raigambre con el testimonio social y con la búsqueda de una identidad basada en nuestras raíces culturales.