Unidos o devorados
La canción de Tierra de zombies es simple: los muertos vivos están todo el día en horario de almuerzo, la gente que conocías en el mejor de los casos ha muerto y se dice que hay un lugar donde puede encontrarse refugio de la pandemia. ¿La road movie está servida? Sí, pero no como plato principal. En este (el primer) largometraje de Ruben Fleischer, la aventura rutera se desarrolla a reglamento y funciona como excusa de una comedia que termina descansando en la revaloración de la institución familiar.
De campera con capucha, camisa y una voz de tímida cadencia, Jesse Eisenberg interpreta a Columbus, el beautiful loser de turno. El es un pibe solitario cuya estadía en esta tierra de los muertos se rige por instrucciones de un manual de supervivencia propio atravesado por cierto dogmatismo militar: se impone la disciplina del cuerpo (mantener el estado físico, precalentar antes de la acción) y la prevención (conocer la salida de cada lugar, recordar dar el golpe de gracia a la “víctima”). Si estos mandamientos se quiebran en algún momento es sólo para crear una regla nueva (no ser un héroe/ ser un héroe), y la película los presenta con unos muy televisivos gráficos animados que se acompañan por la voz en off del protagonista.
Woody Harrelson (abro paréntesis sólo para recordar y celebrar a Charlie, aquel entrañable ecologista hippón que interpreta en 2012) tiene el papel de Tallahassee, el compañero de mal temperamento que se acoplará a Columbus. En el camino de este par irrumpirán Emma Stone (de un semblante y una sonrisa que parecen fugados de una juguetería) y Abigail Breslin como Wichita y Little Rock, una pareja de hermanas timadoras que vive en constante escape, engañando a pobres diablos que caen en la vieja trampa de la belleza y la inocencia. Por supuesto que ellas no dudarán en hacer lo mismo con Columbus y Tallahassee. Porque en Tierra de zombies, no tomar cariño por nadie es otro código de supervivencia. Todos evitan dar su verdadero nombre, usan seudónimos de acuerdo a su ciudad de origen o destino. Sin embargo, la recurrencia con la que este cuarteto cruzará sus caminos los encontrará recreando, de a poco, mediante discusiones triviales y parloteos varios, los más típicos cuadros de escenas familiares. La película dispone a los personajes femeninos, en principio definidos claramente como autosuficientes, como funcionales a llenar el espacio vacío que signa a los masculinos por la falta de una persona en sus vidas, Columbus por no encontrarla y Tallahassee por haberla perdido: una mujer y un hijo, respectivamente.
Por otro lado, se puede identificar un leve coqueteo en referencia a la obra de George Romero. La visita a la mansión de Bill Murray en medio del escape, que da lugar al disfrute de bienes y lujos ajenos al alcance cotidiano, recuerda a esa concepción del shopping como espacio de refugio que aparece en El amanecer de los muertos (1978).
En Tierra de zombies, entonces, la supervivencia es un escape sin fin hacia un lugar incierto (en el oeste se dice que se encuentra al este y viceversa), edificado sobre el mismo material inconsistente con el que se construye esa esperanza que aparece cada vez que se vuelve a empezar. Ese reinicio, es el de estos cuatro que ahora forman una unidad que Columbus llama familia y que marchan sobre ruedas, manteniéndose alertas. Procurando que no se los devoren los de afuera.