Con presencia en la literatura, el teatro, la historieta y los videojuegos, la temática zombie, o zombi, se incorpora a la cinematografía el 04 de agosto de 1932 con el estreno de “White Zombie”, producción estadounidense realizada por Víctor Halperin, protagonizada por Bela Lugosi. Considerada como la primera película que abordó el tema, fue un producto independiente producida por los directores del período silente Edward y Víctor Halperin, con guión de Garnett Weston, distribuido por United Artist. El proyecto tuvo su origen en una obra teatral de Kenneth Webb, titulada “Zombie”, basada en el libro “The magic island” de W. B. Seabrook, estrenada el 10 de febrero de 1932 y que tuvo apenas 21 representación.
Sólo el quince por ciento del metraje de “White Zombie” era sonoro, por lo que el film cosechó malas críticas. Sin embargo el gran público la respaldó, convirtiéndola en un trabajo muy rentable para los hermanos Halperin. La historia involucraba a Neil Parker (John Harron) y Madeleine Short (Magde Bellamy), una joven pareja que viajan a Haití invitada por el terrateniente Charles Beaumont (Robert Frazer) para celebrar su matrimonio. Sin embargo, Beaumont está enamorado de Madeleine y guarda esperanzas de que ella acceda a casarse con él. Al ser rechazado, acude al hechicero de vudú local, Legendre (Béla Lugosi). Su plan es que Legendre la convierta en zombi, se la declare muerta y se la entierre, que Neil vuelva a los Estados Unidos, revivirla y que permanezca junto a él. Sin embargo, Legendre tiene sus propios planes para Madeleine y para Beaumont.
Tomando como referente éste antecedente, a lo largo de las ocho décadas siguientes más de un centenar de títulos están asociados directa, indirecta o lateralmente, con dispares valores artístico, a la narrativa fantástica audiovisual. “Zombie” o “zombi” es (según el diccionario) una voz de origen africano occidental, semejante al congoleño “nzambi”, dios, y “zumbi”, fetiche, popularizado por la ciencia vudú (“espíritu” que responde al culto supersticioso mezcla de religiones animistas de África, de politeísmo de pueblos guineanos, y de cristianismo). Se refleja en el folclore y las leyendas haitianas originadas en la magia negra y el vudú. Entre sus ritos se encuentra uno mediante el cual un hechicero podía, supuestamente, revivir a los muertos privándolos de su voluntad para someterlos a su antojo, al reducirlo a condición de autómata.
La exposición de esta temática tiene sus propios códigos y convenciones, incluso estéticas, presentes en cualquiera de los géneros en el que sea planteado un proyecto, en toda la gama que pasa por la tragedia, el drama y la comedia en todas sus variantes.
La trama de “Tierra de zombies” se ajusta a las narraciones de este tenor. La raza humana esta al borde de su extinción por un virus que la afecta convirtiéndola en cadáveres vivientes, por lo que el planeta es ruina y desolación. Empero, algunos parece que sobrevivieron, aunque desconoces sus existencias, tal el caso del joven e inocente Colombus, quien en su solitario deambular conoce a otro incontaminado, Tallahassee, adulto rudo y experimentado, a los que se suman dos hermanas, Wichita y Little Rock. Para sobrevivir deberán enfrentar a los insaciables depredadores superando obstáculos para llegar a un final...al menos hasta que llegue en el 2011 “Tierra de zombies 2”.
Después de asistir a la proyección de “Tierra de zombies” el espectador afecto a la temática es muy posible que abandone la sala con la satisfacción de haber asistido a nada nuevo, pero medianamente entretenido. A quienes compete apreciar la obra con una mirada más analítica podrían estimar que guionistas, realizador y productores tuvieron una excelente oportunidad de pergeñar una interesante e ingeniosa comedia satírica, que hubiera podido integrarse a dos producciones que trataron exitosamente el tratamiento con ese matiz en dos proyectos, una respecto al tema de ciencia ficción que involucra a Frankenstein mediante “El joven Frankenstein” (1975), merced a Mell Brooks, la otra, referida a la fantasía del vampirismo encarado por Roman Polaski con “La danza de los vampiros” (1967). En este sentido, por ahora, debemos seguir esperando a algunos que tengan el talento, la audacia y el sentido del humor apropiado para sorprendernos con los zombies.
“Tierra de zombies” tiene punto de partido en un guión enclenque que desarrolla una historia rutinaria tomada entre lo serio (con toques de grand guiñol) y lo ridículo, con un pretendido humor sin relieve, por ende nada efectivo, en un audiovisual algo extravagante pero indefinido, sin vuelo, técnicamente correcto.