Duchamp en Buenos Aires
Mariano Galperín (1000 Boomerangs) codirige junto al dramaturgo Román Podolsky en su primera incursión en el cine, Todo lo que veo es mío (2017), película que relata de manera ficcional la estadía de Marcel Duchamp en Argentina en el año 1918.
La película imagina los hechos y experiencias que un joven Duchamp (Michel Noher) podría haber realizado en Buenos Aires junto a su pareja (Malena Sanchez). Los directores parten de algunas cartas, única evidencia de su estadía, para recrear con un trabajo estético extraordinario distintos momentos de su vida cotidiana asociados a la creación artística.
Marcel Duchamp, creador del arte abstracto, realizó una serie de cortometrajes de vanguardia en los años veinte (Anemic Cinema, 1926), posteriores a su viaje a Buenos Aires. Mariano Galperín y Román Podolsky imaginan el germen de dichas imágenes, sueños y vivencias que pudieron influenciar esos trabajos (el disco que genera formas circulares, los palillos que crean texturas y dimensiones, etc.). También son citadas sus obras plásticas y esculturas.
Con un blanco y negro estético, y un gusto por los detalles, la película no olvida pasar por el tango, los anarquistas, las drogas, la icónica Buenos Aires de entonces, entre faroles y empedrados, para retratar cada episodio con el que Duchamp pudo toparse por aquellos años.
El resultado es un film de ensueño, que de forma estética vislumbra de principio a fin pero que desatiende la narración convencional y, en su afán de homenajear al artista experimental, mezcla los fragmentos de una estadía de manera aleatoria sin priorizar unos sobre otros. Por momentos la película pretende ser más vanguardista que el artista, hecho que le juega en contra. No por nada Román Podolsky afirmó al respecto: “No quisimos retratar lo que le pasó a Duchamp sino lo que nos pasó a nosotros a partir de imaginar la estadía de Duchamp”. Las palabras sobran y las imágenes atrapan.