Topos

Crítica de Marina Fernandez - Loco x el Cine

¿Hasta dónde serías capaz de llegar con tal de hacer realidad tus sueños?

Topos nos deja pensando sobre esa constante lucha entre lo correcto y lo incorrecto a la hora de conseguir nuestras metas, si es que factiblemente podemos aseverar qué es bueno y qué es malo.

Representa el lado más crudo y real de los seres humanos: el afán por ser quien queremos ser y lograr nuestros propósitos en la vida.

En un mundo subterráneo habitan estos seres marginados, los topos, obligados a sobrevivir con la carga a cuesta de una superficie completamente ciega a sus necesidades. Pero hay uno de ellos (caracterizado por Lautaro Delgado) que parece estar enamorado de algo que ocurre por encima de su cabeza: la danza. Por esto, luego de pasar sus ratos observando las piernas de bailarines de un instituto de danza de elite, “el topo” decide dejar todo atrás y adentrarse en lo que va a ser el comienzo de su lucha por triunfar en lo que realmente le gusta hacer. Pero para esto, debe actuar en perjuicio de algunos otros, incluso de Amadeo (Ludovico Di Santo), un nuevo alumno del instituto a quien planea secuestrar para ocupar su lugar.

Con el intercambio, empieza la transformación de nuestro protagonista, tanto física como interna.

Con un comienzo un poco lento, tal vez de primer momento se tenga la sensación de estar perdido en un mundo desconocido, atemporal, con valores extraños. Pero al poco tiempo, uno empieza a sentir que es parte de esa comunidad del submundo… hasta pareciera arrastrarse con ellos en los pequeños túneles y recovecos de tierra. Esto no sería posible sin la ayuda de la música original, el vestuario, la escenografía y, sobre todo, del gran compromiso de los actores al interpretar el papel que les toca.

Bastante oscura, pasa por momentos por tétrica y hasta trágica. Pero también tiene sus toques de humor… un humor que roza lo grotesco. Poco convencional estéticamente hablando.

En palabras del propio director y guionista, Emiliano Romero, Topos es una alegoría de la sociedad humana. Y teniendo en cuenta las diferencias entre dos clases de comunidades (la superficie y el submundo) que luchan por sobrevivir cada una a su manera y la insistencia por el logro de objetivos personales, se entiende tal aseveración.

Con un elenco de primera, sobresale la actuación protagónica de Lautaro Delgado que, con su personaje, nos invita a vivir cada paso de su metamorfosis como si fuera propio (o no…).

Como de costumbre, es superlativo el trabajo de Gabriel “el puma” Goity y de Leonor Manso interpretando al director del internado de ballet y a la institutriz del mismo, respectivamente. Coherentes y desvariados al mismo tiempo, viviendo su propia realidad entre los grandes muros de la escuela. Es que, una de las características más notoria de esta película, es justamente la persistencia de los personajes en hacer lo que cada uno quiere sin importar el cómo, el dónde ni el cuándo.

No puedo dejar de mencionar las excelentes actuaciones de Mauricio Dayub (Kongo, padre del topo y líder de la resistencia) y Pompeyo Audivert (el preceptor).

Por último, me gustaría agregar lo importante de la forma en que se eligió exhibir la película, bajo el lema “No sólo en cines”. Siguiendo una coherencia con la trama y la estética de la misma, la distribución debía obligatoriamente ser diferente, por eso podemos disfrutarla en centros culturales además de en cines convencionales.

Sin más, una agradable experiencia, distinta, que nos abre el camino a la reflexión sobre un tema que muchas veces tratamos de evitar: el valor de los medios para justificar y lograr un fin.