Teatral y con trama poco comprensible
El título de este film coincide con el de una obra teatral de Cynthia Smart estrenada en El Túnel en mayo último. Las coincidencias terminan ahí, pero cabe consignar que el film también tiene mucho de teatro. La forma de representación, el mundo irreal creado con unos pocos elementos, los seres que en él viven, su adhesión a un grotesco medianamente simbólico, son propios de cierto tipo de teatro. En escasas ocasiones la obra se manifiesta como cine. Señalables, en ese sentido, el comienzo que culmina con una expresión de temor filial, como anunciando tempestades inevitables, y un plano del final, donde la sangre empieza a correr sobre el escenario, al pie de los artistas.
El argumento es mínimo. En cuevas y galerías subterráneas se mueven unas personas animalizadas, que odian a las de la superficie, y en un internado de danzas hay personas todavía más estrafalarias. Los alumnos son como zombies llenos de maldad, los directivos son alegres perversos que interpretan la realidad al suo piacere. El protagonista se mueve del subsuelo al internado como un homínido imbécil y peligroso, capaz de alcanzar atendible estatura de artista, pero no estatura humana. La verdad, acá nadie parece humano, y son todos repulsivos, salvo algunas figuras del fondo, que no alcanzamos a conocer, y una joven ninfómana full time, que bien merecería nuestra cordial atención.
¿Qué significa todo esto? Cabe arriesgar interpretaciones varias, relativas a la lucha de clases, la evolución del aspirante a artista, el distanciamiento de las reglas paternas, quién sabe. Los datos son escasos. Pero la capacidad del autor para haber convencido y arrastrado consigo a tantos artistas de mérito, es notable. Lo suyo, como estilo, tiene muy pocos antecedentes locales: el largo «Memorias de un loco», de Pablo César, el mediometraje «Los sabuesos de Sófocles», de Aldo Paparella, y el corto «Cantautor», de Emiliano Romero, que es, precisamente, el mismo que ahora nos presenta «Topos».
Inteligentemente, la obra se ofrece en un par de salas y en varios centros y teatros porteños, donde puede tener buena recepción. También la tuvo, es cierto, en el New York City International Film Festival, donde ganó los premios a mejor film extranjero y mejor actor (Lautaro Delgado), y en el Fantaspoa 2012 de Porto Alegre, que la consagró mejor película iberoamericana. En esa ocasión el jurado declaró que «O filme aponta extraordinárias possibilidades para o cinema fantástico atual». Como mejor director ganó otro argentino, Nicanor Loreti, por su sanguinolento «Diablo», aún sin estrenar (también hubo premios al Mejor baño de sangre y Reina del grito, pero ésa es otra historia).