Esta mezcla de thriller de acción y comedia a bordo de un veloz tren en Japón tiene como protagonistas a Brad Pitt, Brian Tyree Henry, Aaron Taylor-Johnson y Bad Bunny.
Aprovechando la tecnología digital, los efectos especiales de última generación y una billetera generosa para retomar un estilo cinematográfico popularizado en los años ’90 y los 2000 por Quentin Tarantino, Guy Ritchie e incontables imitadores de ellos y de sus antecesores del cine de acción –en especial de Hong Kong–, David Leitch vuelve al thriller sangriento, irónico y supuestamente gracioso que se apoya en una cadena de violentos enfrentamientos salpicados de diálogos cómicos y personajes que parecen sacados de un film de animación.
Su “Tren bala”es una película bastante tediosa que se salva de caer en pozos aún más profundos gracias a un elenco de talentosos actores que hacen lo posible con sus «pícaros» diálogos y sus personajes traicioneros en una trama que gira y gira sobre sí misma. El que reina sobre todos ellos es Brad Pitt, quien recorre todo el film con una calma zen que está a mitad de camino entre el Dude de “El gran Lebowski” y alguien que sabe que, pese a la mala suerte y los muertos que se apilan a su alrededor, nada malo le pasará. Es una estrella de cine después de todo y se le nota a cada paso.
Sin Pitt, este supermercado de asesinos encerrado en un tren de alta velocidad que va de Tokyo a Kyoto sería una experiencia bastante tortuosa. La trama es complicada pero no tiene mayor importancia y es una excusa, en realidad, para construir una larga cantidad de peleas confinadas al espacio físico de los vagones del tren en cuestión. Viniendo del director de “Atomic Blonde”, “Deadpool 2” y uno de los encargados de “John Wick”, algunas de ellas están realizadas con una coreográfica elegancia que la acercan más a un sangriento ballet que a otra cosa, pero tarde o temprano aburren cuando uno no tiene nada puesto en juego en ellas ni en lo que sucede en este viaje.
“Tren bala” es una película que de a poco va revelando a una serie de personajes violentos (algunos de ellos, asesinos profesionales; otros un poco menos experimentados) que están conectados entre sí, sin saberlo, a bordo de ese veloz tren. Uno de ellos es “El padre” (Andrew Koji), un hombre que quiere vengarse de la persona que tiró a su hijo desde una terraza. En el tren se encontrará con ella, que se hace llamar Prince (Joey King) y que tiene otros motivos y planes en la cabeza.
En paralelo hay dos asesinos profesionales llamados Limón y Mandarina (Brian Tyree Henry, de la serie “Atlanta”, y Aaron Taylor-Johnson) que han rescatado al hijo (Logan Lerman) secuestrado de un capo mafioso al que se conoce como White Death (el actor que lo interpreta aparece, a modo de sorpresa, al final) y llevan además una valija con millones. Además, circulan por ahí un narco latinoamericano intentando vengar el asesinato de su mujer (el músico Bad Bunny), una criminal escondida dentro de un muñeco infantil (Zazie Beetz) y algunos otros más, que irán apareciendo. Ah, y además hay una serpiente venenosa recorriendo el tren…
Pero el principal protagonista es Ladybug (Pitt), la única persona de todas ellas que está en el lugar y el momento equivocados. Si bien es un criminal que recibe indicaciones vía auricular de su jefa (la voz es la de Sandra Bullock), en realidad está reemplazando a otro, que es el que tenía que estar ahí pero se descompuso (el actor que lo encarna es otro cameo sorpresa). Ladybug está en plan “recuperación” y quiere abandonar la vida violenta, por lo que anda por ahí repitiendo frases de autoayuda y tratando de escaparle a la mala fortuna que parece perseguirlo.
Es un placer verlo a Pitt con una gorrita de pescador encontrándose con que su aparente sencillo trabajo se va complicando más y más y todavía más. El tipo parece tener una luz interna que lo hace brillar como una deidad en medio del caos. Eso sí, la luz no es lo suficientemente poderosa para iluminar al resto de los personajes ni a la película.