La pandemia del Covid-19 pareciera que hubiese perpetuado la creencia de que cualquier película que sea motivo de ir al cine, cualquiera sea la razón (efectos especiales, buenas escenas de acción, estrellas imperdibles), hay que festejar. Y ‘Tren Bala’ no es la excepción. Es un film que surge en un momento en el que el mar de la taquilla necesita un navío que reivindique el género de acción y que los personajes no tengan capas y trajes.
Basada en la novela homónima del escritor japonés Kotaro Isaka, ‘Tren Bala’ es una coproducción entre Estados Unidos y Japón y está bajo el mando de David Leitch. El historial del director posee títulos como Deadpool 2, Atómica y fue codirector de la primera entrega de John Wick. En ‘Tren Bala’, Leitch expone toda su destreza para captar escenas de peleas y artes marciales altamente coreografiadas y mucha violencia acompañada de la comedia ecuánime y necesaria.
En medio de las luces neón de la imponente Tokio, nos encontramos con Ladybug (Pitt), un asesino a sueldo que pareciera que el solo quiere abandonar ese oficio y encontrar la paz, producto de los consejos de su terapeuta. Sin embargo, acepta realizar una tarea simple: abordar el tren bala, robar un maletín misterioso y descender en la próxima parada. Pero lo que no sabe es que, en el tren más rápido del mundo, lo espera una fiesta sanguinaria. Así es como sicarios, mafiosos y hasta una víbora harán de este tren un arma letal. Que hasta pareciera que se va a descarrilar en cualquier momento, inyectándole aún más adrenalina a tanta velocidad. El famoso tren bala se convierte en un escenario donde la venganza y la ira pareciera dominar a estos criminales extravagantes quienes solo quieren cumplir su misión.
‘Tren Bala’ es una película totalmente consciente de lo que quiere generar: fiesta y pura diversión catártica. Como buena película de acción, ‘Tren Bala’ tiene un estilo caricaturesco, colorido, rápido y vertiginoso. Se apropia victoriosamente de todos los clichés y costumbres del género; con peleas de acción y artes marciales que veneran a directores como Guy Ritchie o Tarantino, respectivamente. Además, el largometraje cuenta con un repertorio de actores estelares y algunos cameos que vale la pena sorprenderse.
Pero sin dudas, la película es la fiesta de Brad Pitt, quien a la altura de su carrera comprueba una vez más que es a ‘prueba de balas’. Pitt demuestra que la comedia le sienta bien y que con un gorro de pescador puede ser agraciado y rudo a la vez. El encanto y seducción de Pitt impiden que uno se quiera bajar del Tren Bala, y como pasajero (perdón, como espectador) uno solo quiere que la fiesta no termine o al menos que salga ileso de esta locura.