Aquí tenemos una película de acción en donde el eternamente joven Brad Pitt no deja de repartir golpes. Pero, ¿a qué costo? A priori, el entretenimiento estaba garantizado en esta adaptación de una novela de Kotaro Isaka, autor japonés de gran éxito. La desilusión es mayúscula. El novel guionista Zak Olkewicz, responsable de la segunda parte de la trilogía “Fear Street” (Netflix) une fuerzas con David Leitch, antiguo coordinación de escenas y stuntman del propio Brad Pitt en “Troya” (2004), “El Club de la Pelea” (1999) y “Sr. y Sra. Smith” (2005). Extrañamente, así suele operar el destino, sus caminos vuelven a cruzarse para el presente proyecto. Autor de la secuela de “DeadPool” (2018), así como de “Atómica” (2019), Leitch atiborra la película de cameos (…desde Sandra Bullock a Bad Bunny, Ryan Reynolds, Michael Shannon o Channing Tatum), imprimiéndole un ritmo vertiginoso y una estética superficial. “Tren Bala” adquiere forma de comedia de acción hiperbólica, pretendiendo toques de humor y diálogos filosos que caen rápidamente en el absurdo absoluto. La lógica y la verosimilitud son dos variables que brillan por su ausencia, a lo largo de una narrativa porosa. En soporíferos ciento veinte minutos, el imperecedero galán -en otro papel a su medida- da vida a un canchero sicario sin suerte y con aspiraciones zen, que debe cumplir una última misión. ¿Les suena familiar? Una estación de Tokyo es el punto de partida y en el interior del tren se esconde un plan más grande (e incongruente) de lo que una premisa tan enredada como secreta sugiere. Aaron Taylor-Johnson otorga peso extra a un elenco desequilibrado pero funcional a esta concatenación de peleas coreografiadas sin mayor desafío que caer en el exceso. Estamos en presencia de una película de montaje más que de una que desarrolle su puesta en escena. El interior del vagón nos asfixia y el descarrilamiento final está filmado con un nivel de descaro que irrita. Puro efecto especial y vacuas líneas argumentales -bajo la recurrencia del flashback que todo lo explicita, ahorrándonos más profundos interrogantes-, en la conformación de un pretencioso relato puzzle que elige la aproximación sarcástica a un mundo descalabrado y ultra violento. Su salvajismo recuerda a Guy Ritchie, pero ni el carisma desbordante de Pitt paga el boleto de viaje. A la hora de subirte, ¿en qué pensabas, Brad?