La verdad es que el cine post-pandemia, aún no ha decodificado los nuevos gustos del público en cuanto a géneros. Hay aficionados que se han quedado en la comodidad de su sofá, haciendo streaming, y otros que sienten que lo que allí anida, no basta para saciar su necesidad de entretenimiento. Bueno, «Bullet train» es un intento de la industria de volver a atraer gente que esté interesada en disfrutar en pantalla grande, una buena película de acción, con toques de comedia.
Para ello, David Leitch (Deadpool 2, para que se den una idea), director en franco ascenso, se agenció los servicios de un actor carismático y taquillero: el viejo y querido Brad Pitt. Y partió de la idea de reversionar una novela de Kōtarō Isaka para proponer una clásica historia de persecusión y asedio en movimiento, utilizando el medio sobre ruedas más rápido en el mundo: el tren bala.
La trama no necesita demasiada introducción. El protagonista (el rubio de oro), es un tipo con bastante mala suerte. Lo toma bien, pero claro, siendo un criminal hecho y derecho, eso puede presentar alguna complicación. La cuestión es que en teoría, Ladybug (así lo apodan) tiene que robar un maletín abordo y bajarse en una estación cercana. Parece fácil, pero no.
No sería una película si así lo fuese.
Pitt comienza a poco de perpetrado su pequeño delito a darse cuenta que la cosa empieza a ponerse mal… mal. Pero, al mal tiempo, buena cara. Nuestro veterano intérprete saca a relucir su sentido del humor y carisma, para matizar la enorme cantidad de escenas de acción que Leitch ha programado para el recorrido Tokyo- Kyoto y generar un clima festivo, logrado e intenso a lo largo de todo el film.
No podrás acomodarte demasiado en tu butaca porque la sucesión de escenas físicas sostiene el interés y la tensión sin dificultades.
Es importante decir, por otra parte, que la cinta, no es muy cara (unos 90 millones de dólares), pero ya en su primer fin de semana global superó el 60% de su costo, con lo que si me preguntan, les firmaría que la secuela tendría fundamento, porque claramente el público ha respondido a la propuesta con entusiasmo.
Leitch pone su sello en espacios cerrados (lo cual es interesante) y en las coreografías que registra con esmero. Se apoya en su protagonista, para permitirse reflexionar irónicamente sobre la violencia, los malos augurios y la vida fuera de la ley. Pitt parece trabajar a reglamento pero aún así logra una tarea aceitada y operativa para las necesidades del guión. No se complica y trata de divertir.
Lo acompañan en este tren, un puñado de actores y actrices interesantes (sin dudas, Joey King brilla con luz propia en esta faceta que viene teniendo en películas de acción con humor negro), y algunos famosos (¿tal vez una presencia que remita a «Speed»…?) y músicos que podrían bien no estar… y nadie los extrañaría. Solo aportan color.
Más allá de eso, creo que «Bullet train» es un producto aceptable, dinámico y que augura un buen rato por más de dos horas. La verdad, es una buena propuesta para relajarse y acomodarse en la butaca. El cine de acción en pantalla grande, sigue respirando.