Tres en la deriva del acto creativo

Crítica de Cristian A. Mangini - Funcinema

NOTA AL PIE

El último film de Fernando «Pino» Solanas es una carta de amor al acto creativo a través de tres voces que son fundamentales en la expresión artistica nacional desde la década del ´60. El artista Luis Felipe «Yuyo» Noe, el dramaturgo Eduardo «Tato» Pavlovsky y el propio Solanas recorren su trayectoria, inquietudes creativas, el dolor del exilio, su vida familiar, los pequeños placeres y las inseguridades que recorren sus vidas. El film no cuenta con algunos de los sellos distintivos de la filmografía documental de Solanas, en particular el trabajo quirúrgico en la edición y la unidad visual en la composición del encuadre -algo que denota el sello testimonial y relajado de algunas de las secuencias testimoniales-, pero su minuciosa estructura narrativa, dividida por separadores, es un rasgo ineludible. Entre la riqueza de las anécdotas, la charla amena y los sellos estéticos de sus obras sobresale un ineludible tono melancólico al tocar un tema que atraviesa el documental: la muerte.

Sin embargo, la muerte no opaca el tono celebratorio que sobrevuela todo el documental. A su manera, Tres en la deriva del acto creativo también es una afirmación de la vida, un recorrido que muestra sin clichés cómo dos conceptos opuestos pueden entrelazarse y unirse. Cuando vemos el último documental de Solanas, tenemos recortes de su etapa de ficción, pero esencialmente gana peso el Solanas documentalista, aquel barroco y expresionista de La hora de los hornos (1968) pero también el más estructurado de las excelentes y devastadoras Memorias del saqueo (2004) o La última estación (2008). Acercarse al cine del Solanas documentalista es acercarse a un enorme tapiz de nuestra historia nacional y en su último film hay un despliegue de las marcas de estilo que han caracterizado su voz como autor cinematográfico. Pero lo más valioso de Tres en la deriva del acto creativo es que evade la autoindulgencia: la mirada sobre la carrera artística se quiebra con una risa, una anécdota o un recuerdo compartido. En un film cuyo marco es la muerte, el espacio para la solemnidad es nimio, hay un acercamiento humano y fresco a estas tres figuras monumentales que le da al documental una energía vital que no se pierde a pesar de sus irregularidades.

Sin embargo, entre esa energía que se reparte también asoma el aire melancólico que se desprende de la ausencia: esto aparece esbozada en el desenlace con el segmento «Despedida», que hace referencia a los últimos momentos y muerte de Pavlovsky, pero la pérdida reciente de Solanas le da un marco esencial para quedarnos con los momentos más celebratorios de su figura.