Preguntas que inquietan. ¿Cómo reflexionar sobre el asesinato de los tres jóvenes inocentes –de inmediato convertidos en sospechosos– en el barrio Villa Moreno, en enero de 2012, sin repetir las fórmulas utilizadas en los noticiarios y sin hacer del trágico hecho una mera excusa para elaborar un docudrama sensacionalista? El santafesino Rubén Plataneo (director de Muertes indebidas, Dante en la casa grande, Tanke PAPI, El gran río y otras) supo muy bien qué tenía que hacer: dio voz a los familiares de las víctimas –los propios Jere, Mono y Patóm aparecen fugazmente en videos grabados con algún teléfono celular– y compartió testimonios y pensamientos que ayudan a pensar en los motivos que llevan a tantas muertes jóvenes en ciudades como Rosario. El documental, escrito, producido y dirigido por Plataneo, es ambicioso y perturbador. Reúne declaraciones de testigos, periodistas (José Maggi, Carlos del Frade), fiscales, militantes sociales, policías y funcionarios, aunque exponiéndolas de diferente manera. Evita, asimismo, los convencionalismos del registro periodístico haciendo que algunas imágenes se fusionen con otras, que las voces a veces se disgreguen, que un rumor de fondo y la música de Charlie Egg generen un clima inquietante. La cámara serpentea por los pasillos de la villa y de Tribunales, volviendo una y otra vez a la canchita donde ocurrieron los crímenes, espacio de juegos y encuentro devenido lugar aciago. Mientras tomas aéreas muestran las luces de una Rosario esplendorosa, la mirada se detiene en los recodos del barrio humilde que habitaban los tres jóvenes, poblado de perros, gatos y gallinas, y por donde se ven circular patrulleros policiales. Otro aspecto que la diferencia de los habituales informes televisivos sobre este tipo de sucesos es que elude simplismos y no estimula la indignación para después replegarse. El narcotráfico (que alguien define como “flujo maldito”) encuentra su razón de ser en la mecánica capitalista que termina enredando a políticos y policías, aunque quienes caen suelen ser los más débiles y segregados. “¿Será que el asesinato ya es una institución?”, se pregunta Plataneo, cuya voz en off invita todo al tiempo al debate (discutible, por subrayada, al impostar la burla al modo con el que se catalogan estos crímenes). Los límites del cine documental y el repetido concepto de inseguridad son también parte de su análisis, superando lo que aparece en la superficie. Triple crimen es fuertemente emotiva; sin embargo, destina varios tramos a las coloridas y ruidosas manifestaciones callejeras que permitieron que el caso no permaneciera impune. Su pico dramático está en la sentencia, tras lo cual se extiende para mostrar cómo vivieron posteriormente –o cómo superaron lo vivido– los familiares. Lo mejor de la película tal vez sean algunas ideas formales, apropiadas para el ávido testimonio propuesto: dos o tres intermedios con significativos fragmentos de viejas películas (incluyendo un gag del gran Buster Keaton), el hallazgo de algunos encuadres (ese pibe que, pelota en mano, pide silencio a sus amigos al ver que están filmando) o el plano dividido, en dos y más partes, para mostrar momentos del juicio desde distintos ángulos. Este relevante trabajo, que integró una de las cuatro secciones competitivas del último BAFICI, es coherente con la filmografía previa de Plataneo, sostenido por un equipo de profesionales (Virginia Giacosa, Tomás Viú, Julián Alfano, Lionel Rius y otros) laborioso y apasionado.
Un documental muy especial de Rubén Plataneo que es el director, guionista, productor, que documenta el asesinato de tres jóvenes en el 2012, cometido por error como una venganza de parte de narcotraficantes. Lo muy interesante del material, que tanto en la investigación, el juicio, el alegato de los abogados, como en la lucha de los familiares con las organizaciones políticas que apoyan, también hay cuestionamientos permanentes. A la actuación policial, al periodismo fácil que catalogo el hecho como una venganza ente narcos, a la política, a las guaridas fiscales, al accionar del narcotráfico, a los periodistas serios que investigan con responsabilidad. Pero con la atención puesta en cada detalle, de dolor, de espontaneidad, de gestos casi imperceptibles, de una intimidad única, de una manera profunda, sabia de mostrar el dolor y el desamparo.
La venganza ciega de “El quemado” Con la estructura dramática de un thriller, el film narra un trágico ajuste de cuentas del que no fue ajeno la pasividad policial. Testimonio de la política del avestruz practicada por el Estado Nacional y las Gobernaciones provinciales desde hace años en relación con toda clase de abusos, ilegalidades, falta de controles y contravenciones practicados por particulares o sus propios agentes, a esta altura el “documental sobre pérdidas y reclamos civiles” es un género sin techo dentro de ese ancho campo del cine argentino. Existen hasta el momento documentales sobre ejecuciones policiales, sobre intoxicaciones con desechos industriales, agrotóxicos y por radiaciones, sobre apropiación de tierras, y se supone que deberían estar en fase de producción o posproducción otros sobre abusos policiales y detenciones injustificadas de ciudadanos, entre otros temas posibles. Una de las constantes inevitables de este género es que ninguna de sus películas termina bien. Habría que ver qué pasa, en ese sentido, con Triple crimen, que narra la ejecución cometida en 2012 por un grupo de “soldaditos” al servicio de un jefe narco de la zona –por error, según todo indica– en una villa de la provincia de Santa Fe. Tal vez se trate de una excepción a la regla genérica. Filmada por el santafesino Rubén Plataneo (1958), Triple crimen tiene la estructura dramática de un thriller estadounidense (la de Detroit: zona de conflicto, que se estrena hoy, sin ir más lejos). El primer acto presenta el hecho criminal y el contexto en el que se produce, detallando quiénes son los victimarios y las víctimas. El segundo acto en el caso del thriller es el de la investigación, remplazada aquí por el duelo de las familias, la toma de decisión de hacer una denuncia y algunos relatos dispersos sobre la investigación policial, que evidentemente no pudo ser filmada. Finalmente, el tercer acto, el momento culminante, el del juicio, que sí fue filmado y aquí es sucedido por una suerte de coda o epílogo en la cual se echa una mirada sobre algunos de los familiares y vecinos de las víctimas. Y, por extensión, sobre el statu quo del barrio en general. Eso en cuanto a la estructura. Desde ya que en términos estrictamente dramáticos nada hay aquí que evoque ningún género cinematográfico. La película dirigida por Plataneo “se para” en el barrio Villa Moreno y desde allí narra los acontecimientos, reconstruidos por los vecinos. En la noche del 31 al 1º de año habría habido un tiroteo en casa de un narco de la zona conocido como “El Quemado”. En el tiroteo hirieron al hijo de éste, “El Quemadito”. “El Quemado” juró venganza, y al rato se presentó con varios de sus “soldaditos” junto a la canchita de Villa Moreno, donde cuatro chicos del barrio charlaban. Se supone que los confundieron con “soldaditos” de alguna banda rival, porque dispararon sobre ellos. Uno corrió y se salvó. Los otros tres, no. Aseguran sus parientes, amigos y vecinos que los chicos no andaban en nada. Desde ya que los testimonios chorrean dolor. Salvo el del padre de uno de los chicos, que se mantiene llamativamente distante y articulado. Esto tiene que ver con su profesión, dato que se revela al final, por lo cual no se develará aquí. Si obviamente es en sus presencias donde se juega lo más emotivo, los datos más reveladores surgen en cambio de sus anécdotas o testimonios. Alguno de los chicos todavía se desangraba cuando llegó un patrullero, pero sus ocupantes no quisieron subirlo “para no manchar el tapizado de los asientos”. Este cronista cree que con ese testimonio alcanza para probar la complicidad policial. Pero si faltara más, un periodista radial no identificado asegura que el tal “Quemado” es un personaje empoderado por la policía, que lo usó como alfil para jugar internas dentro del hampa. Dice la mamá del “Mono”, otro de los chicos: “El Presidente de Santa Fe (refiriéndose al Gobernador Bonfatti) dijo que los chicos eran barrabravas de Ñuls y ‘soldaditos’ narcos. Nada que ver. Es mentira. Cuando fui a verlo y se lo dije, agachaba la cabeza”. Asegura otro observador: “En estos casos siempre se habla de ‘ajustes de cuentas’. Hay una enorme cantidad de chicos asesinados por año en Santa Fe, desde hace años. ¿Tantos ajustes de cuentas hay todos los años?” De desarrollo prolijo e intenciones ambiciosas (claramente se apunta a trascender el caso específico para denunciar la impunidad delictiva y desprotección a la infancia y adolescencia en Rosario y Santa Fe), Triple crimen se permite ciertos evitables comentarios sarcásticos, dados tanto por el tono de un locutor que asoma en off de modo esporádico como por ciertas asociaciones visuales en el momento del juicio, que no aportan al relato nada que no sean un par de canchereadas al paso. Es disculpable, ya que nada de eso impide a la película cumplir con su función de documento y de alerta sobre una de tantísimas deudas pendientes de la sociedad argentina. Y esa es una de las tareas fundamentales de un documental. Al menos uno de denuncia, como es éste.
Ruben Plataneo presenta su tercera película como una lograda reconstrucción policial sobre la muerte de un grupo de jóvenes en manos de uno de los carteles de la droga que impera en el Rosario tierra adentro. En el arranque los muestra con vida, al final también, y en el medio desanda los caminos de la justicia por determinar y sentenciar una condena para aquellos que cometieron el asesinato. Desde lo particular Plataneo nos habla de la pérdida de posibilidades de un grupo etario, de una parte de la sociedad que vive aislada y en condiciones infrahumanas, y que aun así sale todos los días a pelearla. Dolorosa y necesaria.
Triple crimen: trama de corrupción y complicidades En la madrugada del 1º de enero de 2012, una banda narco liderada por el Quemado salió a vengar un ataque a su hijo y, por error, acribilló a cuatro jóvenes. Tres de ellos murieron, mientras que el cuarto logró fugarse. Familiares, vecinos y militantes iniciaron una campaña de protesta y varios de ellos cuentan desgarradores detalles a cámara. La reconstrucción de aquellos hechos y el registro de lo que fue el primer juicio oral de Santa Fe son los ejes de este contundente documental de Rubén Plataneo que, más allá de algunos recursos algo forzados (el uso de la voz en off y la musicalización), expone la violencia y degradación en los suburbios rosarinos, y la intrincada trama de mentiras y complicidades.
El documental de Rubén Plataneo, estrenado en la Sección Derechos Humanos del [19] BAFICI, disecciona el crimen de tres jóvenes rosarinos que fueron asesinados “por error” en una trama de venganza. Triple crimen (2017) más que exponer la trama de un crimen, lo disecciona. El 1° de enero de 2012, luego de que balearon a su hijo, el narcotraficante “El Quemado” decidió salir junto a su banda para masacrar a los responsables. El resultado fue la muerte de Jeremías “Jere” Trasante, Claudio “Mono” Suárez y Adrián “Patóm” Rodríguez (un cuarto joven logró escapar de las balas), asesinados “erróneamente”, pues nada habían tenido que ver con el primer crimen. El hecho ocurrió en la Villa Moreno de la Ciudad de Rosario, donde hace mucho tiempo se instalaron bandas de narcos que ponen en vilo a toda la población. La intención de Plataneo es denunciar los mecanismos que posibilitaron tamaño acontecimiento. Es decir, su mirada es revisionista y, al mismo tiempo, “a futuro”; el realizador traza una serie de correspondencias entre lo que ocurrió en aquel barrio humilde y los procedimientos financieros a escala mundial que siguen condicionando nuestras posibilidades para vivir mejor. Por momentos, su intervención en off se torna didáctica en exceso y, si bien sus observaciones son pertinentes, ameritan mucho más metraje del que Triple crimen tiene. La película recurre principalmente a los testimonios de familiares y amigos y a diversos momentos del juicio en donde los responsables fueron condenados (aunque, en una instancia posterior, algunos recibieron una pena menor). Están muy bien dosificadas las intervenciones de aquellos que estuvieron vinculados afectivamente a los tres jóvenes y la inclusión de testimonios de especialistas en materia penal y social. En determinado momento, el documental –en su intención de romper cierto esquematismo- recurre a recursos un tanto obvios y más cercanos al formato televisivo, como cuando expone los intentos fallidos de un policía por empezar a hablar frente a cámara. Tampoco resulta muy convincente la inclusión de secuencias de un film clásico de Hollywood, mediante el cual el director intenta establecer analogías con el crimen. Más allá de algunos puntos débiles, el film de Plataneo funciona en varios niveles: en su trama informativa, como documental de denuncia con estructura policial y como análisis socioeconómico que parte de lo regional y asciende hasta el orden mundial.
Llega a salas un documental comprometido, fuerte, de Rubén Plataneo. Todos estamos al tanto del incremento de la violencia en la ciudad de Rosario, y la cantidad de víctimas por asesinatos en los últimos años. De hecho, según una estadística de 2017 del Ministerio Público de la Acusación (MPA) de Santa Fe, la tasa de muerte violentas duplica el nivel promedio del país en ese rubro. Esta historia que se presenta desde ayer en el Gaumont, y que ha sido presentada en el #BAFICI del año pasado, nos trae el recorrido judicial de un hecho delictivo donde tres chicos fueron acribillados a balazos, la noche del 1ro de enero de 2012, en un suburbio de la populosa metrópoli. Al parecer, en las horas de la noche de año nuevo, habría tenido lugar un tiroteo en la casa de un narco local conocido como "El Quemado". En dicha balacera, su hijo resultó herido. Como respuesta a esto, se dio la orden de montar un operativo de venganza feroz, que habrían llevado adelante cuatro jóvenes que formaban parte de esa banda, en las horas posteriores al atentado. Ellos salieron con una Kangoo blanca y se dispusieron a perpetrar un horrible crimen, atacando a cuatro chicos que estaban en las cercanías de una canchita en un barrio suburbano de Rosario (Villa Moreno). Tres de ellos murieron asesinados (Jeremías “Jere” Trasante, Claudio “Mono” Suárez y Adrián “Patóm” Rodríguez), asesinados posiblemente al azar, pues no tenían vinculación con el delito ni nada parecido. Se lo confundió con alguien y se los ejecutó en la madrugada de ese inicio de año. La película presenta primero la ubicación del espacio físico donde fue el crimen, luego recibe los testimonios de familiares y amigos, para luego trasladarse a los estrados judiciales, donde pone el foco en el proceso que se llevó adelante para juzgar a los acusados por esos crímenes. El tema de la cinta es muy potente, crudo y Plataneo logra llevar adelante un proceso de selección de material interesante, ofreciendo espacios para la reflexión sobre la actualidad del narcotráfico en Rosario, la expansión inmobiliaria y el rol de los jóvenes como lugartenientes de la violencia para ser los brazos armados de las bandas que se disputan el control de la ciudad (a nivel delictivo). Esto, sumado a la escucha de la defensa de los finalmente condenados (menos uno, sobre el cual se revocó la setencia), como muestras de que es difícil establecer justicia cuando hay tantos actores involucrados con poder económico para obstaculizar la lucha por la verdad. "Triple Crimen" utiliza también algunos recursos discutibles para graficar algunas ideas (la cuestión de la inclusión de películas clásicas en blanco y negro no me pareció que aporte demasiado), y pone a veces una voz en off para subrayar la mirada del cineasta, imposible de ocultar para quienes están en los detalles (esas tomas largas en tiempo sobre la ropa del abogado defensor y el foco en su costoso reloj dan pistas sobre a que vamos)... Tiene su color, pero quizas sean innecesarias. Fuera de eso, el doc refleja un cuadro de situación preocupante y lo hace con solvencia y claridad. Es un film que se deja ver (con alarmante preocupación para quienes no están al tanto de lo que sucede en Rosario), y que se convierte en un archivo necesario y valioso para conocer una realidad compleja y dolorosa que nos atraviesa como sociedad.