Tutti i santi giorni es una película ligera y amable que fluye de la comedia al melodrama, lejos de la crítica social de las obras previas de Paolo Virzì. Guido es un joven intelectual reservado, paciente y conciliador, que trabaja por las noches como conserje en un gran hotel y dedica sus horas perdidas al estudio de las lenguas antiguas. Antonia es una chica exuberante, susceptible y generosa, que trabaja en una agencia de alquiler de autos esperando que caiga el sol para ir a cantar a algún bar de mala muerte. A pesar de las evidentes diferencias, Guido y Antonia forman una pareja singular que supera las barreras invisibles de los entornos sociales y de las rutinas opuestas con un original encuentro amoroso todas las mañanas.
Ambos desean un hijo pero Antonia no queda embarazada. La crisis de madurez enfrenta a la pareja con el tabú de la infertilidad. El hijo conjuga la necesidad biológica y el intento inconsciente de llenar un vacío cotidiano. A Antonia le sorprende la brutalidad de su deseo y Guido intenta consolarla con el lenguaje de los libros antiguos que lee. El director evita el tono de tragedia sensiblera que suele inspirar el tema y encuentra la distancia adecuada para abordarlo con el característico humor a la italiana que funciona a su vez como filigrana de un país y sus asperezas. La puesta en escena evoluciona con un paralelo entre las miradas de Guido y Antonia alternando episodios trágicos, melancólicos e hilarantes. Estos últimos incluyen escenas notables como las consultas a un viejo médico que ofrece una curiosa mezcla de ciencia y religión, o la desopilante carrera de los hombres por los pasillos de la clínica de fertilización asistida.
Paolo Virzì cultiva un gusto por el exceso que se refleja en algunos personajes secundarios estereotipados, aunque nunca llegan a la caricatura. El director tiene muchas ideas, tal vez demasiadas, y por momentos no sabemos a qué personaje colorido prestarle atención: la torpe vecina rubia, los padres invasivos de Antonia o el delirante músico que vuelve como un fantasma desde el atribulado pasado de la joven. La película plantea y deja sin desarrollo la insatisfacción en la pareja en el plano personal: Antonia ve frustrada su carrera como cantante y Guido renuncia a una cátedra en una universidad norteamericana. Pero Tutti i santi giorni supera estos reparos con un clima intimista y con la frescura y el encanto de una pareja protagónica que luce natural y creíble.