De opuestos y complementarios
Antonia y Guido son una pareja que de tan diferentes se complementan, son perfectos el uno para el otro. Ella es directa, pasional, con una gran voz y sueño de ser cantante; él es tímido, bonachón, culto a más no poder. Ella trabaja durante el día en una empresa de alquiler de autos, él lo hace durante toda la noche de conserje en un hotel. Y así pasan todos los santos días, cruzándose y amándose en los ratos libres que sus ocupaciones les permiten. Pero la situación va a cambiar cuando decidan (o las presiones del entorno los lleven a decidir) que es el momento para ser padres. Y allí frente a las dificultades que van encontrando para lograrlo es cuando la relación se va poniendo a prueba. Las complicaciones que tendrán para poder quedar embarazados los van a hacer sortear diferentes pruebas, explotarán todos los métodos posibles y lo que podría ser presentado como un duro drama aquí no lo es.
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El director no parece querer hurgar en el problema de la infertilidad pese a ser central sino más bien retratar un modo de vida, una sociedad, unos tiempos que empiezan a pasarse más rápido de lo acostumbrado y ofrecer un pintoresco panorama de estos grandes para ser jóvenes y jóvenes aun para ser considerados grandes. Pero como dice el dicho “el que mucho abarca poco aprieta”. La historia no termina de consolidarse, los personajes secundarios aparecen un tanto desdibujados, pero pese a eso se deja ver. Los lugares comunes de este tipo de historias si bien aparecen no molestan por una simple razón: los protagonistas
Dos personajes en un busca de un buen guión
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Lo mejor de la película es la pareja protagónica. Los actores elegidos son un auténtico acierto: la química entre ellos, la composición que cada uno hace logra lo que el propio guión no consigue. Tanto Luca Marinelli (visto recientemente en la ganadora del Oscar La Grande Belleza) como Thony (cantante italiana que además es la que compone la excelente banda sonora del film) están de premio, conmueven y hacen reír durante la hora cuarenta de proyección en la cual si vamos a los papeles no se avanza demasiado. Ellos son todo, están todo el tiempo en pantalla y son el gran hallazgo de Virzi. Hay momentos en que la historia desbarranca, te hace perder la sensación de armonía y equilibrio que venía manteniendo, pero incluso en esos momentos las interpretaciones de estos jóvenes le salvan las papas al director.
Conclusión
Una historia simple, sin grandes pretensiones, que se mueve hábilmente entre la comedia y el drama sin asestar golpes bajos ni sensiblerías en demasía, que cuando termina te deja con una sonrisa en la boca y nada más. Que no es mucho, pero tampoco es poco.