El amor no se puede olvidar.
Algo así como “todos los santos días”. Todos los santos días, Guido y Antonia conviven con la idea de que no pueden engendrar un bebé. Desde que se levantan en la mañana, tratan de avivar la pasión entre ellos, con tal de hacer un intento fresco que pueda aumentar las chances. Después, comienzan las obligaciones profesionales cotidianas, y cada uno marcha hacia su trabajo. Pero la sensación continúa latente, y el entorno laboral de la pareja está supeditado a esas ganas que ambos comparten de ser padres. La influencia que ese factor tiene en sus jornadas, no es para nada positiva y sobre todo en Antonia, abunda el pesimismo para con la situación.
En ese contexto se desarrolla toda esta película italiana, donde las idas y venidas de estos dos personajes, nos llevarán hacia un destino mucho más sencillo y prematuro, como lo es el punto en que ellos se conocieron. Claro que ante tanta expectativa, cobrarán protagonismo muchísimos otros ‘actores’, formando parte de este amor inconcluso. Así, médicos, padres, vecinos, amigos, colegas, parientes, y hasta viejos romances, cobrarán mucha vida dentro de la simpleza que Guido y Antonia albergan. Él un pan de Dios, literalmente. Ella, una vieja rockera rebelde. Y sin embargo, comparten un plan de vida que está clarísimo, hasta que la necesidad de convertirse en primerizos los obliga a entrar en zona de conflicto.
Ni bien empieza el drama, todo fluye con extremo realismo; propio de la escena cotidiana de cualquier pareja estable y duradera. Lo difícil yace en que es imposible forzar las cosas… No hay nada que hacer cuando las mil y un pruebas no arrojan resultado alguno. Esa desesperación se manifiesta principalmente en la paciencia de la mujer protagonista, y pone una traba en todo lo que solía ser. Todo parece derrumbarse y es como si el tiempo retrocediera, aunque no sea fácil disolver algo que tiene tantos años en vigencia.
Tutti I Santi Giorni es un film de 2012, pero recién ahora va a aterrizar en salas argentinas. Si bien no tiene demasiado para ofrecer, el cine europeo siempre es distinto y sirve para refrescar un poco ese abuso que Hollywood hace del entretenimiento en general. Ni el humor, ni el drama son llevados a un punto óptimo, pese al interesante manejo de los personajes; no termino de saber si es el acento que tienen los tanos lo que los vuelve encantadores, o es simplemente la frescura de las interpretaciones.
Hay que aislarse de la rutina, para no ocupar toda la energía mental en un mismo drama y hacer que eso influya negativamente en los proyectos. Todo sucede por algo y hay que dejar al destino dictaminar qué va a pasar en nuestras vidas.
La moraleja se la tomo prestada a unos viejos conocidos: Let it be.