El amor a los treinta años
Antonia y Guido son una pareja encantadora, llevan seis años juntos y viven en un pequeño departamento con un diminuto jardín en el fondo. Atraviesan los treinta y pico, Antonia trabaja en una empresa que alquila autos y Guido se gana la vida por las noches como conserje en un hotel internacional. Pero (como suele pasarle a cualquier ser humano) Antonia tiene su pasión puesta en la música (compone y canta de maravilla) y Guido es un experto en la literatura cristiana antigua. Sí, ellos son todo un contrapunto, pero funcionan juntos a la perfección. Entonces, ¿qué les hace falta a esta pareja consolidada, independiente y cariñosa? Un hijo.
Así comienza la carrera contra el tiempo, la ansiedad y las peripecias que juntos van a atravesar para lograr el objetivo. Tutti i santi giorni logra, sin golpes bajos (ingrediente muy usado para lograr efectos rápidos y seguros) introducirnos en el mundo de estos dos sujetos, con los cuáles podemos identificarnos desde algunos de los aspectos que desarrolla la historia. Pero no nos olvidemos que estamos viendo una comedia, entonces las tristezas que atraviesan los personajes, si bien son profundas e intensas, están en consonancia con personajes secundarios muy particulares que hacen que la melancolía se diluya para darle lugar a la risa.
Ligera, simpática, y extremadamente romántica (pero ese romanticismo subjetivo y no aquel, el estereotipado) esta película sale airosa y logra hacernos sonreír durante la hora y pico que dura la historia.
Hay un gran cuidado de los detalles, entonces podemos detenernos en el vestuario de cada personaje, en la puesta en escena de los lugares que habitan, en los parecidos físicos de las familias de cada uno, en la elección de los exteriores y en la música (compuesta e interpretada por la protagonista femenina). Porque (como debe ser) nada es aleatorio y cada construcción del relato está ahí por algo. Paolo Virzi tiene una mirada aguda y observadora sobre la realidad que rodea a los personajes y sobre ellos mismos.
El resto de los personajes tienen brillo propio, como por ejemplo el ginecólogo del Papa, fanático de Juan Pablo II, un viejito tierno pero no por eso menos honesto y directo; la pareja vecina, vestidos al mejor estilo hip-hop, con joggins, cuerpos trabajados, muchos tatuajes y cadenas doradas; el grupo de alemanas que se hospeda en el hotel, el japonés con su gran aparición, Jimmy, el ex-novio inglés y rockero de Antonia y algún que otro personaje que no deja de hacer al relato luminoso y desopilante.
Y si queremos ir un poco más allá de lo evidente, también vamos a encontrar una mirada acerca del mundo, de las relaciones de pareja y sobre todo, de las exigencias que la cultura nos impone, exigencias que en general cumplimos sin siquiera chistar. Una radiografía del amor a los treinta años, un tanto particular, pero un amor con todos esos componentes que se perdieron, los que se mantuvieron intactos y los que están por venir.