El profesional
Como codirector, Lucas Marcheggiano había logrado en El ambulante construir un relato documental alrededor de un personaje imposible: un hacedor de cine, un tipo que recorre pueblos rodando películas y estrenándolas en tiempo récord, con un aprovechamiento notable de los pocos recursos con los que cuenta. Como allí, pero ahora en solitario, el director logra encontrar ese personaje increíble, en este caso un especialista en control de plagas que vendría a ser como la máxima eminencia en el rubro, al menos así lo aseguran en una especie de congreso de desratizadores. Marcheggiano elabora el acercamiento a esta persona/personaje como si de un policial se tratase, también de un cómic de antihéroes urbanos y nocturnos. Lo que Un enemigo formidable termina siendo es un gran film sobre profesionales, sobre un tipo que hace su laburo con total dedicación, esmero y obsesión.
No hay testimonios a cámara en Un enemigo formidable. Por el contrario, hay una puesta que se vale de elementos ficcionales y que trabaja sobre cuestiones reales: invasiones de roedores en casas y fábricas, enjambres de abejas que siembran el pánico. El montaje es preciso y la fotografía es excepcional: Marcheggiano reconoce los paradigmas audiovisuales de los géneros y los pone a jugar con el universo en el que se mueve su personaje. Así, la luz puntual persigue la huida de las ratas entre cajas y paneles. La textura y el abordaje estético de la película permiten edificar esa imagen casi mitológica que se erige sobre la figura de Carlos Borghi, el especialista en plagas.
Las dos estructuras, la policíaca y la súper-heroica, le sientan perfectas al documental. Borghi se enfrenta a la invasión de roedores como un detective: sigue pistas, planta cebos esperando que el victimario caiga en la trampa, analiza la escena del crimen, ata cabos, investiga y se capacita para cumplir el objetivo. Y mientras su faceta profesional discurre, el otro costado de Borghi es más mítico: casi no hay tiempos muertos, cuando no está cazando roedores se entrena, incorpora conocimientos, se queda a altas horas de la noche en la computadora, recorre las calles haciendo justicia (baja la tapa de un contenedor de basura para evitar que eso convoque a más ratas), se hace tatuajes con actitud casi tribal, tiene reuniones con amigos que indagan en su vida sin mayor suerte: suena el teléfono y alguien sospecha, “debe ser una de sus amiguitas” arroja. Pero no, es un cliente. Y allí parte Borghi, con su atuendo habitual, casi como Bruce Willis en El protegido.
Documental sobre el trabajo y el profesionalismo, Un enemigo formidable permite ver en Marcheggiano a una voz que dentro del documental nacional, ganado por el revisionismo histórico, ofrece nuevos elementos para indagar en historias realmente asombrosas. Parece decir que, como su protagonista, sólo se trata de afinar el ojo y posarlo en lugares insospechados.