La gran pesadilla judía
Esta tragicomedia (con más de tragedia que de comedia), propone algo así como la gran pesadilla judía: un cúmulo de personajes patéticos (empezando por el protagonista, un profesor universitario de física en la Minneapolis de 1967 que es abandonado por su mujer, coimeado por un estudiante coreano y bastardeado por su comunidad), miserias pueblerinas, catástrofes íntimas, de salud, laborales y meteorológicas y un largo etcétera.
Olvídense de la levedad del humor a lo Jerry Seinfeld o a lo Woody Allen: aquí todo está llevado a lo caricaturesco, satírico y farsesco pero a niveles casi insoportables de exageración. La puesta en escena está muy (demasiado) calculada y, así, el artificio no permite empatizar con las desventuras de los personajes (desde abogados hasta rabinos).
Sí, hay muchas ideas, momentos inspirados de humor negrísimo, una simpática y múltiple utilización de Somebody to Love, el tema de Jefferson Airplane, pero esta película sobre el sino trágico, la culpa y la identidad judías resulta demasiado sádica, casi impermeable a las emociones. Es decir, la faceta que a mí menos me interesa de los Coen y en estado puro.