El BAFICI tiene varias películas que encaran la historia del cine nacional desde lugares reconocibles pero sesgados, haciendo más eje en cierta “vieja guardia” de los ’60 a los ’80 y no tanto en los sobreanalizados últimos años del cine argentino. Con sus grandes diferencias, películas como TRAS LA PANTALLA, LA SOMBRA y ésta, analizan al cine local como industria. No se discuten estéticas ni teorías sino que se habla del anecdotario del “mundillo” y cómo eso se cruza con la historia argentina de los últimos 50 años o más.
De todas las películas citadas, ésta es la que más claramente habla de esos temas… y es la más floja de todas ellas. El filme de Calori, realizado con toda la anodina efectividad de un documental televisivo, compila entrevistas una atrás de otra junto a secuencias de montaje que hacen pasar años resumiendo la historia “grande” de la Argentina con titulares de diarios y fotos para contar algo que, en realidad, no se sabe muy bien qué es. Es, por un lado, una historia sobre el cine de arte de los ’60 transformándose en cine de explotación de los ’70 en una lógica forzada de acontecimientos que no tiene nada que ver entre sí.
Es, también, la historia de la censura que ahonda en casos canónicos del “onganiato” o del primer paso de Miguel Paulino Tato por el Ente de Calificación Cinematográfica pero luego se salta de un plumazo todo el Proceso Militar. Y es también la historia de la aparición del video casero que, digámoslo, no tiene mucho que ver con lo narrado anteriormente. Es entretenida, por momentos, porque el anecdotario del cine argentino de los ’60 a los ’80 tiene historias increíbles, pero el formato elegido es rutinario, el eje narrativo es por lo menos difuso y no todas las “cabezas parlantes” justifican su presencia en el filme. Es una pena, porque con un poco más de ingenio narrativo y síntesis temática, podría haber aprovechado mucho mejor ese período riquísimo de la historia del cine nacional. (Crítica publicada durante el BAFICI)