París representa la tierra prometida para un sector importante de la intelectualidad argentina. Fue en el Barrio Latino de la capital francesa donde, a principios de la década de 1980, el músico Edgardo Cantón y otros 23 artistas abrieron la tanguería Trottoirs de Buenos Aires, un espacio que supo albergar no solo a los grandes referentes de la música rioplatense, sino también a aquellos exiliados en busca de un refugio espiritual para soportar el destierro.
El actor Jean Pierre Noher (nacido en París pero instalado en la Argentina a los tres años) viajó hasta allí para indagar en la historia del lugar en particular y la relación entre el tango y la ciudad en general, en un documental dirigido por Costantino (el mismo de Buen día día, sobre Miguel Abuelo; e Imágenes paganas, sobre Federico Moura) más interesante en su planteamiento que en su desarrollo. Se trata del típico exponente de cabezas parlantes e imágenes de archivo que cuenta con testimonios de músicos y artistas de renombre como Jairo y Susana Rinaldi, pero que no logra construir un relato sólido con su materia prima. El resultado es una película-paseo, y no mucho más.