El tren de la vida Desde hace 30 años, el Tren Alma (en verdad, tres vagones acondicionados como hospital ambulante que van adosados a una formación del Belgrano Cargas) recorre los 1.700 kilómetros que separan a Buenos Aires de Pampa Blanca, un recóndito pueblo jujeño abandonado a la buena de Dios, para intentar paliar las gravísimas consecuencias de la pobreza endémica (Chagas, tuberculosis, desnutrición, infecciones varias, problemas neurológicos). Decenas de entusiastas pediatras, odontólogos, enfermeros, etc. han viajado en misiones asistenciales para ayudar a los más necesitados, a los olvidados del sistema. Puede que esta opera prima de Fito Pochat resulte demasiado "simple", "políticamente correcta" o poco "autoral" para aquellos que defienden a ultranza el "nuevo" documental (ese en el que la primera persona tiene a veces más importancia que lo que se narra), pero lo cierto es que -aún con algunas mínimas "desprolijidades"- Un tren a Pampa Blanca es un film valiente, honesto, tan duro como necesario. Pochat y su equipo viajaron muchas veces y durante bastante tiempo para conocer no sólo a los profesionales que dedican parte de su vida a ayudar a los más pobres sino también para involucrarse directamente con los pobladores -en su gran mayoría de origen indígena- que subsisten en condiciones infrahumanas (casi todos están desempleados o trabajan por monedas en la cosecha del tabaco). El film muestra la falta de presencia del Estado (y cuando está, con todas las miserias propias de la peor política), el nulo conocimiento respecto de los métodos anticonceptivos y la absoluta precariedad alimentaria y educacional que impera en la zona. Sé que mucha gente (me pasa a veces también a mí) huye de los documentales sociales que abordan temas fuertes como éste, pero bien vale sobreponerse a los prejuicios, dejar de hacernos los distraidos, y acercarse al Arteplex Belgrano o al Gaumont (que además tienen entradas a precios muy accesibles) para conocer la cara menos visible -y más dolorosa- de la Argentina profunda. El país que no miramos.
Esperanza en trocha angosta Documental sobre un servicio de salud. Para aquéllos que creen que con la voluntad sólo no se puede, este documental sobre el servicio que brindan voluntarios de la salud, a bordo de un Tren Hospital de niños que va por una trocha angosta, es una cabal muestra de lo contrario. Si bien es tan cierto que con más insumos -y obviamente una mejor calidad de vida- la tarea casi épica que cumplen estos médicos sería menos necesaria, la asistencia que dan a chicos (y grandes) de poblaciones que no cuentan con servicios médicos es reflejada con testimonios de unos y otros, historias de vida que pueden terminar bien, o no. Pero nunca se pone el ojo más allá de la esencial cuestión social. No hay regodeos con la pobreza con la que conviven los habitantes de Pampa Blanca, en la provincia de Jujuy. Aquí interesa más qué es lo pasó con Filomena Gómez, o con Sonia, quien a los 17 años debe hacerse cargo de una realidad familiar que superaría a cualquiera. En Un tren a Pampa Blanca lo más potente no son las imágenes, sino el relato en sí mismo, la historia de niños que necesitan contención además de cuidados sanitarios. Ante tanto documental en el que los realizadores parecen mirarse el ombligo, el de Fito Pochat se destaca por lo contrario.
Documento sencillo y noble sobre un tren-hospital que recorre el Norte Lo llaman tren, y su arribo es ansiosamente esperado en las pequeñas localidades del Norte hasta donde llegan las vías del ferrocarril Belgrano Cargas, pero en realidad son apenas tres vagones acondicionados para funcionar como un hospital pediátrico ambulante, totalmente equipado para prestar atención sanitaria gratuita en comunidades carecientes en las que muchas veces no hay ni hospitales ni salas de primeros auxilios ni médicos con residencia permanente. Hace treinta años que la Fundación Alma puso en marcha esta iniciativa con el indispensable apoyo de profesionales voluntarios: médicos clínicos y pediatras, odontólogos, técnicos radiólogos y de laboratorio, enfermeros, trabajadores sociales. Gente solidaria, en fin, que no lleva solamente remedios, vacunas, conocimiento, apoyo moral o palabras de cariño, sino también un poco de esperanza. Su sola presencia probablemente hará sentir a los pobladores -los de Pampa Blanca como los de tantas otras comunidades, de Jujuy a Santa Fe y de Tucumán a Formosa- un poco menos olvidados. El film describe el viaje del Tren Alma a la localidad jujeña y la labor de los voluntarios, que deben vérselas con cuadros que revelan la pobreza endémica -de la desnutrición a la tuberculosis o el mal de Chagas- y hacen lo imposible por transmitir nociones elementales sobre el cuidado de la salud, pero también entra en las viviendas de los vecinos, presta oídos a sus historias, da testimonio de la postergación y el abandono que padecen y de la insuficiencia, o la franca ausencia, de acción estatal. Las voces y las imágenes que recoge Fito Pochat en este film sencillo pero noble son suficientemente elocuentes; no hacen falta discursos ni subrayados melodramáticos. No los hay. Tampoco se pinta como héroes a estos voluntarios que a veces se desaniman al pensar que sus esfuerzos son casi tan insuficientes como combatir un incendio con un vaso de agua. Tal vez los sostenga la idea de que otros esfuerzos pueden sumarse. Quizá también recuerden la respuesta que -según se cuenta- la Madre Teresa le dio al periodista que en la apertura de uno de sus comedores le cuestionó: "Pero aquí sólo alcanza para 300 chicos?". "Sí -le dijo-, éstos son mis 300 chicos. ¿Dónde están tus 300?"
La salud de los enfermos Durante los últimos años la producción del género documental argentino tuvo un notable crecimiento. Las nuevas tecnologías permitieron que, con escasos recursos, se pudiera contar una historia real en la que, en muchos de los casos y ante el interés del tema, la utilización del lenguaje cinematográfico pasaba a un segundo plano. Un tren a pampa blanca (2010) conjuga ambos elementos para ofrecer un documental en la la cinematografía adquiere un valor relevante en el producto final, más allá del tema tratado. Un tren-hospital de niños viaja una vez al año a la ciudad jujeña de Pampa Blanca. Ese es el desencadenante de la ópera prima de Fito Pochat. Pero el nudo del conflicto no se posa sobre los médicos voluntarios sino que lo hace sobre los habitantes del pueblos que visitan. En la mayoría de los casos sufren de desnutrición, mal de chagas, tuberculosis y un centenar de enfermedades más. Ellos encuentran en el tren la única posibilidad de cura, aunque sus expectativas de vida sean casi remotas. El documental se construye como una road movie o viaje iniciático de un grupo de médicos para terminar estableciéndose sobre Filomena y su familia, cuya historia servirá para articular el relato y como muestra téstigo de las falencias del sistema sanitario. Lo interesante del tratamiento dePochat es que evade la denuncia directa para hacerla a través de la observación. En Un tren a pampa blanca no se trata de poner en evidencia a políticos y autoridades sanitarias, sino de mostrar una realidad para concientizar que es un problema que nos concierne a todos y no a unos pocos. A pesar de la dureza de la trama, el mayor logro es no descuidar la utilización de los recursos cinematográficos. Lo que podría haberse convertido en un informe televisivo de cualquier noticiero o programa de investigación adquiere valor cinematográfico gracias al extremo cuidado técnico y narrativo. La fotografía de Lucio Bonelli es, sin duda, una protagonista más. A pesar de lo “hermoso” que todo puede verse, no se estiliza la pobreza sino que la muestra naturalmente, cuidando cada plano, cada encuadre, cada detalle para que no olvidemos que estamos frente a una “película” y no ante un “noticiero”. Un tren a pampa blanca no es otra cosa que el reflejo de una realidad que muchos no quieren ver y que, llevada al cine, no sólo adquiere un valor social sino también cinematográfico, confirmando que en el cine documental las palabras estética y realidad pueden ir juntas sin abyección.
Gente solidaria pese al sistema ferroviario Consultorios, equipo de rayos, laboratorio, camarotes, son tres vagones y un puñado de médicos pediatras, todos ellos voluntarios, que viajan 1700 kilómetros hasta Maquinista Verón y Pampa Blanca, allá en Jujuy, deteniéndose en una decena más de pueblos, desde el norte santafesino para arriba, para atender a los niños. El tren de la Fundación Alma existe desde 1980, desde entonces cumple su tarea, cada vez con más problemas, debido a la decadencia del sistema ferroviario, pero aún la cumple. Este documental sigue algunos de sus viajes, asiste a las consultas de madres afligidas, registra acusaciones contra los servicios locales que no prestan servicio, vuelve meses después para seguir a una familia en especial, y, sin subrayados ni proclamas, deja constancia de abandonos, endemias, y esfuerzos cotidianos. Allí están los médicos pediatras, incluso alguna vez una española, ahí las estaciones y las locomotoras cada vez más arruinadas (un viaje de tres días y medio lleva el doble), los chicos anémicos, el flagelo del Chagas y la tuberculosis, la mujer que sólo habla quechua y va a consulta con su vecina que la traduce, la que teme la reacción del marido si vuelve y encuentra al chico internado, la joven que perdió a su madre en el hospital cercano y cuenta del «médico de campo» que le decía que estaba maldecida, las «golondrinas» que sólo en el tren reciben asistencia, porque «no son del lugar», el hombre viudo que carga con sus niños, la embarazada de nueve meses que todavía no les dijo nada a los padres, y, en medio de todo eso, la nena que canta lo que aprendió en el jardincito. Puede objetarse el ángulo desde el cual se registra el parto de la embarazada, muy bonito y un canto a la vida, pero que algún público ha de criticar, sobre todo si llega a verse en su pueblo. La objeción es menor, comparada con las realidades que este trabajo muestra, y el ejemplo que brindan los voluntarios. La película no lo dice, pero esta fundación no recibe subsidios ni apoyo estatal permanente. La creó, en 1973, el doctor Martín Jorge Urtasun, antiguo jefe de cirugía del Elizalde y el Churruca, y con su tren ya cubrió miles de consultas y tratamientos odontológicos, trajo cientos de chiquitos con sus madres para tratamientos específicos, y aportó remedios, siempre gratis, con ayuda de empresas y particulares. En cuanto al autor del documental, se trata de Rodolfo Pochat, más conocido como Fito Pochat, ex director de los canales The Big Channel (para niños) y Solo Tango, hace tiempo egresado de la Enerc y del mercado financiero donde trabajó mientras estudiaba Ciencias Económicas. Este es su primer largo, y vale la pena tenerlo en cuenta.
El tren ha sido un medio de locomoción altamente utilizado en la industria cinematográfica para contar historias, uno de los objetos del cine en muchos casos es el “trasladarnos”, a aventuras, a lugares ignotos o inclusive a recorrer, transitar y alcanzar a una realidad. Un tren muy particular, hace 30 años que realiza un recorrido ininterrumpidamente. Tres de sus vagones albergan un centro médico ambulante por lo cual se le brinda el nombre de “Tren Hospital de Niños”, donde médicos profesionales de varias especialidades sostienen una experiencia de vida conmovedora. Un viaje al norte argentino, específicamente a Pampa Blanca, Jujuy, cuyos índices de pobreza son elevados y se carece de asistencia médica. El género documental, sabio captador de reflejos de una sociedad, una vez más se pone en manifiesto para mostrarnos acontecimientos alejados, naturales, cotidianos, de personas que no son habitualmente contempladas por la sociedad, olvidadas. Carecen de las mínimas herramientas de mejora de vida, en un mundo actualmente inmerso en la “alta tecnología”. A partir de singulares consultas médicas (algo reminiscente a la ficcionada y excelente Los Labios, de estreno en cartelera la semana entrante), podemos conocer las mayores causas que afectan a esta población, como la desnutrición infantil, el mal de chagas, la desinformación y falta de educación sanitaria. La ausencia del Estado en estas regiones se hace visible también, el afán de los médicos por saciar las dificultades no alcanzan cuando una ayuda de quien debería tomar cartas en el asunto no lo hace. Pochat, capta con su cámara cual invisible la tarea de asimilarse a distintas situaciones, algo poco frecuente y que muchos realizadores de documental carecen, no se pregunta con intención ni sensacionalismo. El film brinda como resultado un valioso aporte de observación, que desemboca en un acto de reflexión para con el espectador. Con una partitura musical de Sergio de la Puente digna de mencionar, que acompaña enérgicamente al relato, poniendo énfasis en el paisaje sin intentar agudizar en los momentos más difíciles de digerir.
Duro reflejo de pequeñas comunidades argentinas abandonadas por sus gobernantes Buenas, tome algo. El sexto documental argentino que se estrena en nuestro medio este año es tan elocuente que uno se queda sin palabras para describirlo. Estamos muy lejos de Pampa Blanca, Jujuy; pero lo estamos mucho más de Filomena, una de las tantas mujeres que viven allí de quien el tiempo, la desidia de los gobiernos, y la falta de acciones concretas, dan cuenta de su situación actual. “Un Tren a Pampa Blanca” es un documental de Fito Pochat que refleja el recorrido de un tren/sanatorio que se acerca a ese, y otros pueblos olvidados, para prestar atención sanitaria gratuita a sus habitantes. Luego nos enteraremos que no responde a iniciativas oficiales, sino que se trata de una actividad que la Fundación Alma, entidad privada, viene desarrollando desde hace treinta años, y que el arribo de la formación a cada lugar representa mucho más que atención médica, pues su llegada es celebrada por comunidades que muchas veces ni siquiera disponen de una sala de primeros auxilios, mucho menos con algún médico residente Las imágenes para esta realización están tan bien seleccionadas que difícilmente nos dejen indiferentes. Tanto las historias de los profesionales voluntarios (médicos clínicos, pediatras, odontólogos, técnicos de laboratorio y radiólogos, trabajadores sociales y enfermeras), como la de los pobladores, se van sucediéndose con mucha naturalidad, y a medida que se desarrollan uno comienza a sentir incomodidad, rabia e impotencia. Sería un facilismo tratar de interpretar si existe la intención de una bajada de línea, porque definitivamente no es la intención del realizador. El Estado no está presente en estos rincones del país. Así de sencillo, así de complicado, así de increíble. Los únicos momentos en los que la cámara no muestra la vida de estas personas tal cual es, son aquellos que tienen que ver con las imágenes del recorrido incansable de este tren solitario en la inmensidad de un paisaje deslumbrante, potenciado por una muy buena fotografía y una excelente música. Es un documental, sí. Pero con un guión que propone un hilo narrativo concreto que deja muy en claro que el realizador siempre estuvo seguro de lo que quiso contar. Salvo por la insulsa y olvidable “Hacerme Feriante” (2010), este año se están estrenando producciones documentales argentinas con gran contenido y bien realizados. Definitivamente, “Un Tren a Pampa Blanca” es el mejor hasta ahora.
Esta es la opera prima de Fito Pochat, ex director de los canales The Big Channel, Solo Tango, y egresado de la Enerc (Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica); a través de este documental nos muestra el trabajo de un grupo de voluntarios a borde del Tren Hospital de Niños, en la localidad de Pampa Blanca de la provincia de Jujuy, recorriendo 1.700 Kilómetros. Este Tren atiende a niños, ancianos, mujeres, todos quienes lo requieran, la fundación ALMA fue creada en 1980 por el Doctor Martín Urtazun desde entonces el Tren Hospital de Niños llevan realizados 170 viajes al Norte Argentino, hace más de 30 años que brindan asistencia médica en varias localidades dentro de este extenso recorrido. Junto a este recorremos gran parte de la Argentina, aquí se trasladan enfermeros, radiólogos, odontólogos, médicos clínicos y pediatras y un pequeño laboratorio, estos voluntarios llevan atención médica primaria a pueblos carentes de asistencia médica. Atravesando los más variados paisajes vemos como viven en Pampa Blanca, sus habitantes extremadamente humildes, ubicados en Jujuy, donde conocemos sus historias de vidas, aquí nos conmovemos con la vida de Filomena Gómez, una madre desnutrida, con una tuberculosis que no se sabe si está curada, tiene varios hijos, y hace 8 días dio a luz un varoncito de unos 2 kilogramos de peso, aun no le dio un nombre, en un parto domiciliario, los vemos como si fueran animalitos totalmente indefensos, ambos están en riesgo, su esposo se encuentra trabajando lejos en Mendoza, terminan trasladando a ambos al hospital más cercano de la zona, está mujer es boliviana y tiene un total de 10 hijos y sin ningún tipo de educación; como mucho de estos habitantes. Muchas personas tienen el mal de chagas y desnutrición, para que nos demos una idea, surgen de los análisis efectuados, de 15 chicos ninguno llegará a los 30 años de vida, viven llenos de carencias y algunos ganan trece pesos por día por nueve horas de trabajo. Esta es una de las tantas realidades que existen, muy dolorosas pero existentes, no solo están los problemas de los pacientes, sino también que a veces el tren no puede llegar a tiempo por problemas técnicos o paros, este largometraje hay que tenerlo en cuenta, y también debería proyectarse en más de una sala cinematográfica y en escuelas.