No sé si me quiero casar, ¿y usted?
Una Familia Gay se mueve en una rara zona que va del documental a la ficción, donde los pasajes son sutiles y están muy bien logrados. Maximiliano Pelosi, director, guionista y protagonista de esta película, es gay, y a raíz de la aprobación de la Ley de Matrimonio Igualitario, se pregunta sobre la validez (legal, moral, social y filosófica) del casamiento entre personas del mismo sexo. Pelosi cuestiona esta ley a la vez que la celebra, pero también se detiene en las reformas que se hicieron sobre el Código Civil, todo desde una perspectiva personal y fresca. Poniendo en tela de juicio las convenciones sociales que conllevan a que una pareja quiera legalizar su unión ante la ley; convenciones que pueden llamarse Hollywood o presiones familiares. De ahí a polemizar sobre la adopción homoparental, los derechos hereditarios de los cónyuges y sobre la concepción misma de familia, hay sólo un paso.
Pelosi se mueve de forma inteligente (teniendo a disposición la posibilidad de casarse legalmente, se pregunta si realmente quiere hacerlo), se muestra didáctico (por momentos demasiado, pero para aquellos que no estén familiarizados con el tema, una puesta al día es bienvenida), se pone controversial (por caso, una escena de sexo gay casi explícita que genera una sana ruptura en el fluir de la historia) y se deja ver valiente y sincero, mostrando sus defectos y virtudes, tanto como persona como director. Ficcionaliza su propia vida y es desde este punto de partida que la película encuentra su forma de discurrir sobre los tópicos antes mencionados. Recopilando testimonios de amigos, parejas y representantes de instituciones religiosas y legales (visita a un cura, va al casamiento de unos amigos, consulta a su hermana abogada), Pelosi se pregunta si una pareja homosexual reconocida por la ley no es en realidad una imitación de una heterosexual; si la búsqueda de este reconocimiento legal y social no es sino un resabio de lo que tantas películas hollywoodenses han dejado en nosotros como consumidores occidentales. Se pregunta qué es en realidad una familia, si algo heredado o una construcción. O mejor, una elección. Se plantean muchas preguntas que quedan flotando en el aire, para que el espectador también se cuestione a partir de qué parámetros vive su sexualidad y sus elecciones civiles. Una Familia Gay es una película por demás interesante, previsible por momentos y excesivamente educativa en otros, pero que pone cartas jugadas y actuales sobre la mesa, temas vitales y necesarios de discusión. Enhorabuena.