Exhibicionismo catártico
El cine, cómo cualquier disciplina artística, puede provocar sensaciones contradictorias en el receptor. Y eso es lo que sucede con Una familia gay (2013), una película que plantea un tema interesante pero que se ve opacado ante la obsesiva necesidad de exhibicionismo de su autor y protagonista.
A partir de la aprobación de la Ley del Matrimonio Igualitario en Argentina Maximiliano Pelosi se pregunta si en realidad quiere casarse y formar una familia con su pareja de hace cinco años. Ante dicho conflicto interno comenzará a indagar en diferentes personas, profesionales e instituciones para ver si puede encontrar la respuesta que necesita.
Planteada de esta manera Una familia gay resulta interesante, sobre todo en épocas en las que el tema de la formación de una familia homoparental aún sigue siendo foco del debate. Pero Pelosi desaprovecha el tema, o más bien lo reduce a pequeñas viñetas ilustradas, para exhibirse practicándole sexo oral a su pareja, haciendo un trío o usar al espectador de psicólogo ante problemas que solamente a él pueden interesarle sin ningún tipo de necesidad en la construcción dramática de la historia.
Pese a ser utilizada como una forma catártica personal y que al espectador mucho no tiene porqué importarle, salvo que sea un voyeur al que le guste ver por la ventana de su vecino, Una familia gay tiene algunos planteos interesantes como lo es el disparador inicial que convierte al protagonista en un investigador, sobre todas las posibilidades que hoy en día se dan para poder construir una familia sin importar la elección sexual. Lástima que desaproveche todo lo bueno ante la extrema necesidad de querer mostrarse en exceso y hacer quedar a todos los gays como sólo aquellos que estaban en contra del matrimonio igualitario querían verlos, para asi poder estigmatizarlos. Una oportunidad desaprovechada en un momento único.