Un cuento humanista
La ganadora del premio del público en el festival de Locarno 2010 tiene un arranque poderoso: Yulia, inmigrante de algún país ex comunista de Europa del Este (no se especifica, pero es Rumania) y empleada extranjera de una empresa panadera en Jerusalén, muere en un atentado suicida. Un cheque la vincula con la compañía, lo que lleva a un periodista a publicar una historia sobre el maltrato de las empresas con los extranjeros.
El director del departamento de Recursos Humanos intentará frenar la arremetida amarillista y terminará involucrado con el destino de los restos de la víctima en un viaje a través de la tierra de la difunta acompañado de su hijo adolescente.
Algunas secuencias formalmente interesantes y elementos iniciales de la trama, como cuando el gerente entiende las razones del despido de Yulia, o el registro general de la vida cotidiana de Jerusalén, van desdibujándose a medida que el relato avanza.
La transformación de un drama sugestivo en una comedia picaresca, que intenta ser una crítica de la burocracia y una alegoría sobre la condición errante del pueblo judío, todo matizado por el humanismo elemental característico del cine de Riklis, no alcanza para redimir un guión descabellado poblado de lugares comunes y estereotipos.